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domingo, 5 de abril de 2020

Celebración de la Palabra en Familia - Domingo de Ramos


Celebración de la Palabra – Domingo de Ramos

Debido a las medidas sanitarias vigentes, seguimos ofreciendo una celebración de la Palabra
que permitirá santificar el domingo, solo o en familia.

Si es posible, antes de la celebración se dispondrá de una simple cruz o un crucifijo
visible en la sala de estary se encenderán una o varias velas.
Se puede colocar también una imagen o cuadro de la Virgen María.
En familia, se elegirá quién guía la oración, y se repartirán las lecturas antes de la celebración.

Guía:
En este Domingo de Ramos, circunstancias excepcionales
nos impiden participar en la celebración de la Eucaristía.
Sin embargo, sabemos que cuando nos reunimos en su nombre,
Jesucristo está presente en medio de nosotros.
Y recordamos que cuando se lee la Escritura en la Iglesia,
es el Verbo mismo de Dios quien nos habla.

El relato de la pasión es la gran palabra de amor
que el Padre pronuncia sobre todos nosotros:
«No ahorró a su propio Hijo, sino que lo entregó por nosotros».

Durante esta celebración, rezaremos especialmente
para que cese la pandemia que amenaza al mundo,
por los enfermos y los que han muerto, por sus amigos y sus familiares,
y por todos aquellos que trabajan al servicio de los demás 
en la lucha contra este flagelo.

En el umbral de la Semana Santa,
fijemos intensamente nuestra mirada en Jesucristo Redentor.
Preparémonos ahora a abrir nuestros corazones, guardando un momento de silencio.
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Signo de la cruz. Después de un tiempo de silencio, todos se levantan y se signan diciendo:

G: En nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo.
T: ¡Amén!
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Himno No me mueve, mi dios, para quererte (Anónimo)

No me mueve, mi Dios, para quererte
el cielo que me tienes prometido;
ni me mueve el infierno tan temido
para dejar por eso de ofenderte.

Tú me mueves, Señor; muéveme el verte
clavado en esa cruz y escarnecido;
muéveme el ver tu cuerpo tan herido;
muévenme tus afrentas y tu muerte.

Muéveme, al fin, tu amor, y en tal manera,
que, aunque no hubiera cielo, yo te amara,
y, aunque no hubiera infierno, te temiera.

No me tienes que dar porque te quiera,
pues, aunque lo que espero no esperara,
lo mismo que te quiero te quisiera. ¡Amén!
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Después de un tiempo de silencio,
el Guía invita a la persona encargada de la primera lectura sigue en pie mientras los demás se sientan.

Primera Lectura: Lectura del libro del profeta Isaías 50,4-7
«En aquel entonces, dijo Isaías:
el Señor me ha dado una lengua experta,
para que pueda confortar al abatido con palabras de aliento.

Mañana tras mañana, el Señor despierta mi oído,
para que escuche yo, como discípulo.
El Señor Dios me ha hecho oír sus palabras
y yo no he opuesto resistencia ni me he echado para atrás.

Ofrecí la espalda a los que me golpeaban,
la mejilla a los que me tiraban de la barba.
No aparté mi rostro de los insultos y salivazos.

Pero el Señor me ayuda, por eso no quedaré confundido,
por eso endurecí mi rostro como roca
y sé que no quedaré avergonzado».

L: Palabra de Dios.

Es preferible cantar el salmo.
De lo contrario, en familia, también se puede leer el salmo alternando estribillo y estrofas.

Salmo 21:

Todos los que me ven, de mí se burlan; me hacen gestos y dicen:
«Confiaba en el Señor, pues que él lo salve; si de veras lo ama, que lo libre».
R./ Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?

Los malvados me cercan por doquiera como rabiosos perros.
Mis manos y mis pies han taladrado y se puedan contar todos mis huesos.
R./ Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?

Reparten entre sí mis vestiduras y se juegan mi túnica a los dados.
Señor, auxilio mío, ven y ayúdame, no te quedes de mí tan alejado.
R./ Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?

Contaré tu fama a mis hermanos, en medio de la asamblea te alabaré.
Fieles del Señor, alábenlo; glorificarlo, linaje de Jacob,
témelo, estirpe de Israel.
R./ Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?


La persona encargada de la segunda lectura se levanta mientras los demás permanecen sentados.

Segunda Lectura: Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Filipenses 2, 6-11

Cristo, siendo Dios,
no consideró que debía aferrarse
a las prerrogativas de su condición divina,
sino que, por el contrario, se anonadó a sí mismo,
tomando la condición de siervo,
y se hizo semejante a los hombres.
Así, hecho uno de ellos, se humilló a sí mismo
y por obediencia aceptó incluso la muerte,
y una muerte de cruz.

Por eso Dios lo exaltó sobre todas las cosas
y le otorgó el nombre que está sobre todo nombre,
para que, al nombre de Jesús, todos doblen la rodilla
en el cielo, en la tierra y en los abismos,
y todos reconozcan públicamente que Jesucristo es el Señor,
para gloria de Dios Padre.

L: Palabra de Dios.

Todos se levantan en el momento en que se dice o canta la aclamación del evangelio.

R. Honor y gloria a ti, Señor Jesús.
Cristo se humilló por nosotros
y por obediencia aceptó incluso la muerte, y una muerte de cruz.
Por eso Dios lo exaltó sobre todas las cosas
y le otorgó el nombre que está sobre todo nombre.
R. Honor y gloria a ti, Señor Jesús. 

Se puede elegir una forma más breve de la lectura: se omiten las partes del texto entre corchetes.

G: Lectura del santo evangelio según san Mateo 27, 11-54.

Jesús compareció ante el procurador, Poncio Pilato, quien le preguntó:
“¿Eres tú el rey de los judíos?” Jesús respondió: “Tú lo has dicho”.
Pero nada respondió a las acusaciones
que le hacían los sumos sacerdotes y los ancianos.

Entonces le dijo Pilato: “¿No oyes todo lo que dicen contra ti?”
Pero él nada respondió,
hasta el punto de que el procurador se quedó muy extrañado.

Con ocasión de la fiesta de la Pascua,
el procurador solía conceder a la multitud la libertad del preso que quisieran.
Tenían entonces un preso famoso, llamado Barrabás.

Dijo, pues, Pilato a los ahí reunidos:
“¿A quién quieren que les deje en libertad: a Barrabás
o a Jesús, que se dice el Mesías?”
Pilato sabía que se lo habían entregado por envidia.

Estando él sentado en el tribunal, su mujer mandó decirle:
“No te metas con ese hombre justo,
porque hoy he sufrido mucho en sueños por su causa”.

Mientras tanto, los sumos sacerdotes y los ancianos
convencieron a la muchedumbre
de que pidieran la libertad de Barrabás y la muerte de Jesús.

Así, cuando el procurador les preguntó:
“¿A cuál de los dos quieren que les suelte?”
Ellos respondieron: “A Barrabás”.
Pilato les dijo: “¿Y qué voy a hacer con Jesús, que se dice el Mesías?”
Respondieron todos: “Crucifícalo”.
Pilato preguntó: “Pero, ¿qué mal ha hecho?”
Mas ellos seguían gritando cada vez con más fuerza: “¡Crucifícalo!”
Entonces Pilato, viendo que nada conseguía y que crecía el tumulto,
pidió agua y se lavó las manos ante el pueblo, diciendo:
“Yo no me hago responsable de la muerte de este hombre justo. Allá ustedes”.
Todo el pueblo respondió:
“¡Que su sangre caiga sobre nosotros y sobre nuestros hijos!”
Entonces Pilato puso en libertad a Barrabás.
En cambio a Jesús lo hizo azotar y lo entregó para que lo crucificaran.

Los soldados del procurador llevaron a Jesús al pretorio
y reunieron alrededor de él a todo el batallón.
Lo desnudaron, le echaron encima un manto de púrpura,
trenzaron una corona de espinas y se la pusieron en la cabeza;
le pusieron una caña en su mano derecha
y, arrodillándose ante él, se burlaban diciendo:
“¡Viva el rey de los judíos!”, y le escupían.
Luego, quitándole la caña, lo golpeaban con ella en la cabeza.
Después de que se burlaron de él,
le quitaron el manto, le pusieron sus ropas y lo llevaron a crucificar.

Al salir, encontraron a un hombre de Cirene, llamado Simón,
y lo obligaron a llevar la cruz.
Al llegar a un lugar llamado Gólgota, es decir, “Lugar de la Calavera”,
le dieron a beber a Jesús vino mezclado con hiel;
él lo probó, pero no lo quiso beber.
Los que lo crucificaron se repartieron sus vestidos, echando suertes,
y se quedaron sentados ahí para custodiarlo.
Sobre su cabeza pusieron por escrito la causa de su condena:
‘Éste es Jesús, el rey de los judíos’.
Juntamente con él, crucificaron a dos ladrones,
uno a su derecha y el otro a su izquierda.

Los que pasaban por ahí lo insultaban moviendo la cabeza y gritándole:
“Tú, que destruyes el templo y en tres días lo reedificas,
sálvate a ti mismo; si eres el Hijo de Dios, baja de la cruz”.
También se burlaban de él los sumos sacerdotes, los escribas y los ancianos,
diciendo: “Ha salvado a otros y no puede salvarse a sí mismo.
Si es el rey de Israel, que baje de la cruz y creeremos en él.
Ha puesto su confianza en Dios, que Dios lo salve ahora,
si es que de verdad lo ama, pues él ha dicho: ‘Soy el Hijo de Dios’ ”.
Hasta los ladrones que estaban crucificados a su lado lo injuriaban.

Desde el mediodía hasta las tres de la tarde, se oscureció toda aquella tierra.
Y alrededor de las tres, Jesús exclamó con fuerte voz:
“Elí, Elí, ¿lemá sabactaní?”,
que quiere decir: “Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?”
Algunos de los presentes, al oírlo, decían: “Está llamando a Elías”.

Enseguida uno de ellos fue corriendo a tomar una esponja,
la empapó en vinagre y sujetándola a una caña, le ofreció de beber.
Pero los otros le dijeron: “Déjalo. Vamos a ver si viene Elías a salvarlo”.
Entonces Jesús, dando de nuevo un fuerte grito, expiró.

     Aquí todos se arrodillan y guardan silencio por unos instantes.

Entonces el velo del templo se rasgó en dos partes, de arriba a abajo,
la tierra tembló y las rocas se partieron.
Se abrieron los sepulcros y resucitaron muchos justos que habían muerto,
y después de la resurrección de Jesús,
entraron en la ciudad santa y se aparecieron a mucha gente.
Por su parte, el oficial y los que estaban con él custodiando a Jesús,
al ver el terremoto y las cosas que ocurrían,
se llenaron de un gran temor
y dijeron: “Verdaderamente éste era Hijo de Dios”.

G: Palabra del Señor.

Ninguna aclamación concluye la lectura, se guarda un rato de silencio antes de la meditación.
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MEDITACION: He aquí que viene a ti tu rey.
San Andrés De Creta (Homilía para el Domingo de Ramos: PG 97, 989-993.) Natural de Damasco, monje en Jerusalén, obispo de Creta, poeta litúrgico y predicador. Es venerado como santo en Oriente (660?-740)

Vengan y al mismo tiempo que ascendemos al monte de los Olivos,
salgamos al encuentro de Cristo, que vuelve hoy de Betania
y, por propia voluntad, se apresura hacia su venerable y dichosa pasión,
para llevar a plenitud el misterio de la salvación de los hombres.

Porque el que va libremente hacia Jerusalén es el mismo que por nosotros,
los hombres, bajó del cielo, para levantar consigo
a los que yacíamos en lo más profundo y colocarnos, como dice la Escritura,
por encima de todo principado, potestad, fuerza y dominación,
y por encima de todo nombre conocido.

Y viene, no como quien busca su gloria por medio de la fastuosidad y de la pompa. 
No porfiará, dice, no gritará, no voceará por las calles,
sino que será manso y humilde, y se presentará sin espectacularidad alguna.

Ea, pues, corramos a una con quien se apresura a su pasión,
e imitemos a quienes salieron a su encuentro.
Y no para extender por el suelo, a su paso, ramos de olivo, vestiduras o palmas,
sino para prosternarnos nosotros mismos,
con la disposición más humillada de que seamos capaces
y con el más limpio propósito, de manera que acojamos al Verbo que viene,
y así logremos captar a aquel Dios
que nunca puede ser totalmente captado por nosotros.

Alegrémonos, pues, porque se nos ha presentado mansamente
el que es manso y que asciende sobre el ocaso de nuestra ínfima vileza,
para venir hasta nosotros y convivir con nosotros,
de modo que pueda, por su parte, llevarnos hasta la familiaridad con él.
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Peticiones
Todos permanecen de pie y se hace la Oración universal, tal como ha sido preparada,
o bien según la fórmula siguiente:

G: Con confianza filial y con sencillez de corazón,
acudamos a nuestro Padre del cielo
y, en nombre de la humanidad, supliquémosle diciendo:
R./ ¡Oh Señor, envía tu Espíritu, que renueve la faz de la tierra!

A nuestro papa Francisco, a nuestros obispos, a nuestros sacerdotes,
envíales el espíritu de piedad: que en estos tiempos de prueba
sigan siendo, más que nunca, los buenos pastores que guían,
ante todo con su ejemplo, a tus hijos por los caminos de la santidad.
R./ ¡Oh Señor, envía tu Espíritu, que renueve la faz de la tierra!

A nuestros gobernantes, envíales el espíritu de consejo,
que tomen las decisiones adecuadas para el bien común.
R./ ¡Oh Señor, envía tu Espíritu, que renueve la faz de la tierra!

A nuestros investigadores, envíales el espíritu de ciencia,
de modo que encuentren los remedios que salvan.
R./ ¡Oh Señor, envía tu Espíritu, que renueve la faz de la tierra!

Al personal sanitario, envíales tu Espíritu de amor,
Para que transfigure el don que hacen de sí mismos al servicio de los demás.
R./ ¡Oh Señor, envía tu Espíritu, que renueve la faz de la tierra!

A los enfermos, envíales el espíritu de fortaleza. Haz que tengan el coraje
de ofrecer su pasión, en unión con la Eucaristía de tu Hijo Jesucristo.
R./ ¡Oh Señor, envía tu Espíritu, que renueve la faz de la tierra!

Envíanos,  por último, el espíritu de sabiduría,
para que, en todas las circunstancias,
adoremos el designio benevolente de tu Providencia;
envíanos también el espíritu de inteligencia,
para que encontremos en tu palabra las respuestas a nuestras preguntas.
R./ ¡Oh Señor, envía tu Espíritu, que renueve la faz de la tierra!

Envíanos, finalmente, el espíritu de temor de Dios
para que permanezcamos fieles a tu amor,
y no temamos más que lo que nos puede separar de ti.
R./ ¡Oh Señor, envía tu Espíritu, que renueve la faz de la tierra!

Intenciones libres

Comunión Espiritual

G: En actitud orante, ante Dios Creador de todo y Redentor nuestro,
     con sed de Eucaristía, pedimos:

Yo quisiera, Señor, recibirte con aquella pureza,
     humildad y devoción con que te recibió tu santísima Madre;
     con el espíritu y fervor de los santos.

     O también, con la fórmula de san Alfonso María de Ligorio:

Creo, Jesús mío, que estás realmente presente
     en el Santísimo Sacramento del Altar.

     Te amo sobre todas las cosas y deseo recibirte en mi alma.

     Pero como ahora no puedo recibirte sacramentado,
     ven al menos espiritualmente a mi corazón.

Se hace una pausa en silencio para adoración

     Como si ya te hubiese recibido, te abrazo y me uno del todo a ti.
     No permitas, Señor, que jamás me separe de ti. ¡Amén!
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Bendición final
Todos la pueden pronunciar, mirando hacia la cruz, para pedir la bendición del Señor.

G: Que la paz de Dios guarde nuestros corazones y nuestros pensamientos
     en Cristo Jesús, nuestro Señor. ¡Amén!

O bien:

G: Que el Señor vuelva su rostro hacia nosotros y nos conceda la paz. ¡Amén!

       Todos se signan. Los padres podrán trazar el signo de la cruz en la frente de sus hijos.
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Oración del papa Francisco a María en la pandemia

Oh María, tú resplandeces siempre en nuestro
     Camino como signo de salvación y de esperanza.

Nosotros nos confiamos a ti, Salud de los enfermos,
     que bajo la cruz estuviste asociada al dolor de Jesús,
     manteniendo firme tu fe.

Tú, salvación de todos los pueblos,
      sabes de qué tenemos necesidad y estamos seguros
      que proveerás, para que, como en Caná de Galilea,
      pueda volver la alegría y la fiesta
      después de este momento de prueba.

Ayúdanos, Madre del Divino Amor,
     a conformarnos a la voluntad del Padre
     y a hacer lo que nos dirá Jesús,
     quien ha tomado sobre sí nuestros sufrimientos
     y ha cargado nuestros dolores para conducirnos,
     a través de la cruz, a la alegría de la resurrección.

Bajo tu protección buscamos refugio, Santa Madre de Dios.

No desprecies nuestras súplicas, que estamos en la prueba,
     y libéranos de todo pecado, o Virgen gloriosa y bendita. ¡Amén!
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Canto a María
Para concluir la celebración, se puede entonar el canto siguiente, o cualquier otro conocido, mirando en su caso hacia una imagen de la Virgen colocada previamente en la sala de estar.

Bajo tu amparo nos acogemos, santa Madre de Dios;
     no desoigas las súplicas
     que te dirigimos en nuestras necesidades,
     antes bien, líbranos de todo peligro,
     ¡oh siempre Virgen, gloriosa y bendita!

V./ Ruega por nosotros, santa Madre de Dios.
R./ Para que seamos dignos de alcanzar
       las promesas de nuestro Señor Jesucristo. ¡Amén!

miércoles, 24 de mayo de 2017

Salmos Responsoriales de Alabanza


Salmo Responsorial: Salmo 144, 10-11. 12-13ab. 21
R.
 Bendigamos al Señor eternamente. Aleluya.
Que te alaben, Señor, todas tus obras y que todos tus fieles te bendigan.
Que proclamen la gloria de tu reino y den a conocer tus maravillas.
R. Bendigamos al Señor eternamente. Aleluya.
Que muestren a los hombres tus proezas, El esplendor y la gloria de tu reino.
Tu reino, Señor, es para siempre y tu imperio, para todas las generaciones..
R. Bendigamos al Señor eternamente. Aleluya.
Que mis labios alaben al Señor, que todos los seres lo bendigan
ahora y para siempre.
R. Bendigamos al Señor eternamente. Aleluya.
(Martes de la 5ta semana de Pascua)
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Salmo Responsorial: Salmo 95, 1-2a. 2b-3. 10
R. Cantemos la grandeza del Señor. Aleluya.
Cantemos al Señor un canto nuevo, que le cante al Señor toda la tierra;
cantemos al Señor y bendigámoslo.
R. Cantemos la grandeza del Señor. Aleluya.
Proclamemos su amor día tras día, su grandeza anunciemos a los pueblos,
de nación en nación, sus maravillas.
R. Cantemos la grandeza del Señor. Aleluya.
Caigamos en su templo de rodillas. "Reina el Señor", digamos a los pueblos,
gobierna a las naciones con justicia.
R. Cantemos la grandeza del Señor. Aleluya.
(Jueves de la 5ta semana de Pascua)
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Salmo Responsorial: Salmo 56, 8-9 10-12
R.
 Alabemos y cantemos al Señor. Aleluya.
Dispuesto está mi corazón, Dios mío, para cantar tus alabanzas.
Despiértate, alma mía, despiértense mi cítara y mi arpa,
antes de que despunte el alba.
R. Alabemos y cantemos al Señor. Aleluya.
Tocaré para ti ante las naciones, te alabaré, Señor, entre los pueblos,
Pues su lealtad hasta las nubes llega Y tu amor es más grande que los cielos.
Levántate, Señor, en las alturas y llena con tu gloria el mundo entero.
R. Alabemos y cantemos al Señor. Aleluya.
(Viernes de la 5ta semana de Pascua)
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Salmo Responsorial: Salmo 99, 2. 3. 5R. El Señor es nuestro Dios y nosotros su pueblo. Aleluya.
Alabemos a Dios todos los hombres, sirvamos al Señor con alegría
y con júbilo entremos en su templo.
R. El Señor es nuestro Dios y nosotros su pueblo. Aleluya.
Reconozcamos que el Señor es Dios, que él fue nos hizo y somos suyos,
que somos su pueblo y su rebaño.
R. El Señor es nuestro Dios y nosotros su pueblo. Aleluya.
Porque el Señor es bueno, bendigámoslo,
porque es eterna su misericordia y su fidelidad nunca se acaba.
R. El Señor es nuestro Dios y nosotros su pueblo. Aleluya.(Sábado de la 5ta semana de Pascua)
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Salmo Responsorial: Salmo 32, 1-2. 4-5. 18-19
R.
El Señor cuida de aquellos que lo temen. Aleluya.
Que los justos aclamen al Señor; es propio de los justos alabarlo.
Demos gracias a Dios al son del arpa, que la lira acompañe nuestros cantos.
R. El Señor cuida de aquellos que lo temen. Aleluya.
Sincera es la palabra del Señor y todas sus acciones son leales.
El ama la justicia y el derecho, la tierra llena está de sus bondades.
R. El Señor cuida de aquellos que lo temen. Aleluya.
Cuida el Señor de aquellos que lo temen y en su bondad confían;
los salva de la muerte y en épocas de hambre les da vida.
R. El Señor cuida de aquellos que lo temen. Aleluya.
(Domingo de la 5ta semana de Pascua)
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Salmo Responsorial: Salmo 65, 1-3a. 4-5. 6-7a. 16 y 20
R. Los obras del Señor son admirables. Aleluya.
Que aclame al Señor toda la tierra. Celebremos su gloria y su poder,
cantemos un himno de alabanza, digamos al Señor: "Tu obra es admirable".
R. Los obras del Señor son admirables. Aleluya.
Que se postre ante ti la tierra entera y celebre con cánticos tu nombre.
Admiremos las obras del Señor, los prodigios que ha hecho por los hombres.
R. Los obras del Señor son admirables. Aleluya.
El transformó el mar Rojo en tierra firme y los hizo cruzar el Jordán a pie enjuto.
Llenémonos por eso de gozo y gratitud: El Señor es eterno y poderoso.
R. Los obras del Señor son admirables. Aleluya.
Cuantos temen a Dios, vengan y escuchen, y les diré lo que ha hecho por mí.
Bendito sea Dios, que no rechazó mi súplica, ni me retiró su gracia.
R. Los obras del Señor son admirables. Aleluya.(Domingo de la 6ta semana de Pascua)
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Salmo Responsorial: Salmo 149, 1-2. 3-4. 5-6 y 9
R. El Señor es amigo de su pueblo. Aleluya.
Entonen al Señor un canto nuevo, en la reunión litúrgica proclámenlo.
En su creador y rey, en el Señor, alégrese Israel, su pueblo santo.
R. El Señor es amigo de su pueblo. Aleluya.
En honor de su nombre, que haya danzas, alábenlo con arpa y tamboriles.
El Señor es amigo de su pueblo y otorga la victoria a los humildes.
R. El Señor es amigo de su pueblo. Aleluya.
Que se alegren los fieles en el triunfo, que inunde el regocijo sus hogares,
que alaben al Señor con sus palabras, Porque en esto su pueblo se complace.
R. El Señor es amigo de su pueblo. Aleluya.(Lunes de la 6ta semana de Pascua)
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Salmo Responsorial: Salmo 137, 1-2a. 2bc-3. 7c-8
R.
 Señor, tu amor perdura eternamente. Aleluya.
De todo corazón te damos gracias, Señor, porque escuchaste nuestros ruegos.
Te cantaremos delante de tus ángeles te adoraremos en tu templo.
R. Señor, tu amor perdura eternamente. Aleluya.
Señor, te damos gracias por tu lealtad y tu amor:
siempre que te invocamos nos oíste y nos llenaste de valor.
R. Señor, tu amor perdura eternamente. Aleluya.
Tu mano, Señor, nos pondrá a salvo, y así concluirás en nosotros tu obra.
Señor, tu amor perdura eternamente; obra tuya soy, no me abandonas.
R. Señor, tu amor perdura eternamente. Aleluya.
(Martes de la 6ta semana de Pascua)
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Salmo Responsorial: Salmo 148, 1-2. 11-14R. La gloria del Señor sobrepasa cielo y tierra. Aleluya.
Alaben al Señor en las alturas, alábenlo en el cielo;
que alaben al Señor todos sus ángeles, celestiales ejércitos.
R. La gloria del Señor sobrepasa cielo y tierra. Aleluya.
Reyes y pueblos todos de la tierra, gobernantes y jueces de este mundo;
hombres, mujeres, jóvenes y ancianos, alaben al Señor y denle culto.
R. La gloria del Señor sobrepasa cielo y tierra. Aleluya.
El nombre del Señor alaben todos, pues su nombre ex excelso,
su gloria sobrepasa cielo y tierra y ha hecho fuerte a su pueblo.
R. La gloria del Señor sobrepasa cielo y tierra. Aleluya.
Que alaben al Señor todos sus fieles, los hijos de Israel,
el pueblo que ha gozado siempre de familiaridad con él.
R. La gloria del Señor sobrepasa cielo y tierra. Aleluya.
(Miércoles de la 6ta semana de Pascua)
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Salmo Responsorial: Salmo 97, 1. 2-3ab. 3cd-4
R.
 El Señor nos ha demostrado su amor y su lealtad. Aleluya.
Cantemos al Señor un canto nuevo, pues ha hecho maravillas.
Su diestra y su santo brazo le han dado la victoria.
R. El Señor nos ha demostrado su amor y su lealtad. Aleluya. 
El Señor ha dado a conocer su victoria
y ha revelado a las naciones su justicia.
Una vez más ha demostrado Dios su amor y su lealtad hacia Israel.
R. El Señor nos ha demostrado su amor y su lealtad. Aleluya. 
La tierra entera ha contemplado la victoria de nuestro Dios.
Que todos los pueblos y naciones, aclamen con júbilo al Señor.
R. El Señor nos ha demostrado su amor y su lealtad. Aleluya. 
(Jueves de la 6ta semana de Pascua)
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Salmo Responsorial: Salmo 46, 2-3. 4-5, 6-7R. Dios es el rey del universo. Aleluya.
Aplaudan, pueblos todos, aclamen al Señor, de gozo llenos,
que el Señor, el Altísimo, es terrible, y de toda tierra, rey supremo.
R. Dios es el rey del universo. Aleluya.
Fue él quien nos puso por encima de todas las naciones y los pueblos,
al elegirnos como herencia suya, orgullo de Jacob, su predilecto.
R. Dios es el rey del universo. Aleluya.
Entre voces de júbilo y trompetas, Dios, el Señor, asciende hasta su trono.
Cantemos en honor de nuestro Dios, al rey honremos y cantemos todas.
R. Dios es el rey del universo. Aleluya.
(Viernes de la 6ta semana de Pascua)
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Salmo Responsorial: Salmo 46, 2-3. 8-9. 10R. Dios es el rey del universo. Aleluya.
Aplaudan, pueblos todos, aclamen al Señor, de gozos llenos;
que el Señor, el Altísimo, es terrible y de toda la tierra, rey supremo.
R. Dios es el rey del universo. Aleluya.
Porque Dios es el rey del universo, cantemos el mejor de nuestros cantos.
Reina Dios sobre todas las naciones desde su trono santo.
R. Dios es el rey del universo. Aleluya.
Los jefes de los pueblos se han reunido con el pueblo de Dios, Dios de Abraham,
porque de Dios son los grandes de la tierra. Por encima de todo Dios está.
R. Dios es el rey del universo. Aleluya.
(Sábado de la 6ta semana de Pascua)
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sábado, 14 de febrero de 2015

Para pedir ayuda


Ant 1. Me adelanto a la aurora pidiendo auxilio.

Salmo 118, 145-152 TE INVOCO DE TODO CORAZÓN

Te invoco de todo corazón;
respóndeme, Señor, y guardaré tus leyes;
a ti grito: sálvame, y cumpliré tus decretos;
me adelanto a la aurora pidiendo auxilio,
esperando tus palabras.

Mis ojos se adelantan a las vigilias de la noche,
meditando tu promesa;
escucha mi voz por tu misericordia,
con tus mandamientos dame vida;
ya se acercan mis inicuos perseguidores,
están lejos de tu voluntad.

Tú, Señor, estás cerca,
y todos tus mandatos son estables;
hace tiempo comprendí que tus preceptos
los fundaste para siempre.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos.
Amén.

Ant. Me adelanto a la aurora pidiendo auxilio.