Providente y amoroso Señor,
ayúdame a amarte sobre todas las cosas.
A veces, mi Dios,
me apego a cosas que me llevan
a olvidarme de Ti.
Puedo oír en lo más profundo de mi alma
tus sabias y compasivas palabras:
«No se puede servir a dos señores» (Mt 6:24).
“Si quieres ser perfecto, ve a vender todo lo que tienes,
dales el dinero a los pobres,
y tendrás un tesoro en el cielo;
luego ven y sígueme”. (Mt 19, 21)
Ayúdame a comprender
que no vale la pena tener muchas cosas,
si no te tengo a ti.
Espacio para compartir oraciones y devociones de grupos parroquiales y Comunidades Cristianas de Base.
lunes, 18 de agosto de 2025
Oracion de un buen discípulo - Mt 19, 16-22
domingo, 28 de noviembre de 2021
Bendición de la Corona de Adviento Misionera en la Parroquia o Escuela
El uso de la Corona de Adviento es una práctica tradicional que encontró su lugar tanto en la Iglesia, como en el hogar.
La Corona de Adviento se elabora con ramas perennes que se arman formando un círculo,
se colocan cuatro velas en la corona, (muchos lo hacen en forma de cruz).
Las cuatro velas representan las cuatro semanas de Adviento.
Generalmente, tres velas son moradas y una es rosada.
Algunos prefieren usar velas blancas que simbolizan la pureza del que viene.
Las velas púrpuras, en particular, simbolizan:
la oración, la penitencia, los sacrificios preparatorios y las buenas acciones realizados en este momento.
La vela rosada se enciende el tercer domingo, cuando el sacerdote también usa vestimentas de ese color durante la Santa misa.
A este tercer Domingo se le conoce como el domingo de Gaudete o el domingo de la alegría,
porque los fieles han llegado al punto medio de Adviento,
cuando la preparación ya ha pasado la mitad y están más cerca de la Navidad.
En el caso de la Corona Misionera de Adviento, Se colocan cinco velas:
La primera vela color VERDE, representa nuestras oraciones por los cristianos y todos los pobladores de África.
La tercera vela color BLANCO, representa nuestras oraciones por los cristianos y todos los pobladores de Europa.
La cuarta vela color AZUL, representa nuestras oraciones por los cristianos y todos los pobladores de Oceanía.
La quinta vela color AMARILLO, representa nuestras oraciones por los cristianos y todos los pobladores de Asia.
El encendido progresivo de las velas nos recuerda que la luz de la fe ilumina nuestra espera
y aviva la expectativa que rodea la primera venida de nuestro Señor al mundo,
así como la anticipación y espera de su segunda venida para juzgar a los vivos ya los muertos.
Bendición de la corona del Adviento.
La bendición de la corona de Adviento se hace el primer domingo de Adviento
o el sábado por la tarde antes del primer domingo de Adviento.
Ésta tiene lugar en algunas parroquias o colegios
donde las familias llevan sus coronas para que sean bendecidas por el sacerdote o el diácono.
Todos hacen la señal de la cruz mientras el Celebrante dice:
C: Nuestra auxilio está en el nombre del Señor.
T: ¡Que hizo el cielo y la tierra!
Entonces se lee: (Is 63, 16-17 y 19) o (Is 64, 2-7).
Is 63, 16-17. 19
Tú, Señor, eres nuestro padre y nuestro redentor;
ése es tu nombre desde siempre.
¿Por qué, Señor, nos has permitido alejarnos de tus mandamientos
y dejas endurecer nuestro corazón hasta el punto de no temerte?
Vuélvete, por amor a tus siervos, a las tribus que son tu heredad.
Ojalá rasgaras los cielos y bajaras,
estremeciendo las montañas con tu presencia.
Descendiste y los montes se estremecieron con tu presencia.
Jamás se oyó decir, ni nadie vio jamás que otro Dios, fuera de ti,
hiciera tales cosas en favor de los que esperan en él.
Tú sales al encuentro del que practica alegremente la justicia
y no pierde de vista tus mandamientos.
Al final de la lectura, el líder dice:
C: Palabra del Señor.
R/. Demos gracias a Dios.
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La
siguiente es una fórmula de bendición comunitaria para los sacerdotes.
C: Al
comenzar este nuevo Año Litúrgico,
vamos a bendecir, como comunidad cristiana,
esta Corona
con que inauguramos también el tiempo de Adviento.
Sus luces nos
recuerdan que Jesucristo es la Luz de Mundo.
Su color verde significa la vida,
nuestra vida de la gracia,
y la esperanza de ser mejores y unirnos más como
comunidad.
T: Por
eso, al ir encendiendo, domingo tras domingo, los cirios de la corona,
debemos
significar nuestra gradual preparación para recibir la luz de navidad:
Jesucristo,
nuestro Señor, que viene para salvarnos.
C: Démosle
gracias a Dios por esta Corona, pero especialmente
porque nos permite estar
reunidos, como comunidad, para darle gracias y bendecirlo.
T: Te
damos gracias, Señor, porque siempre estás con nosotros en el camino de la vida
y porque nos ayudas a bendecirte y a tenerte presente cada día.
Te damos
gracias por nuestra convivencia comunitaria
y por esta corona de adviento que
hoy queremos bendecir,
o sea, que queremos ponerla en tu nombre
para que sea el
centro de nuestra oración y reflexión comunitaria.
C: Escucha,
pues, padre bueno, nuestras súplicas:
bendice (+) esta corona de adviento,
y al
bendecirla, bendícenos también a nosotros como comunidad,
danos tu paz, tu amor
y tu unidad. Ayúdanos a vencer las tentaciones.
No nos dejes caer en el pecado
que nos aparta de ti.
Antes bien, ayúdanos a preparar la venida de tu hijo Jesucristo,
luz del mundo,
para que ilumine toda nuestra vida y nos guíe por el camino de
la verdad y del bien,
Él que vive y reina contigo, en la unidad del Espíritu Santo,
por los siglos de los siglos.
T: ¡Amén!
(Se rocía
la corona con agua bendita... y se enciende la primera vela...).
L: Si
encendemos una vela es porque queremos alumbrar,
porque queremos tener una
señal que pueda ver el que viene hacia nosotros.
Es un signo externo de nuestra
disposición interior de esperanza.
T: Por
eso, en este tiempo de Adviento, seguiremos con atención y con buena
disposición,
las enseñanzas de la palabra de dios en las lecturas dominicales;
y nos prepararemos, de todo corazón, para la venida del Señor a nuestra
comunidad parroquial,
a nuestra familia y a nuestra vida personal.
L: Su
venida histórica, que recordamos cuando el Hijo de Dios nace como Hijo de
María,
como Hombre para habitar entre los hombres; su venida litúrgica en cada
Eucaristía,
en su Palabra y en la Comunión; y su venida escatológica,
que
esperamos con viva fe, al final de los tiempos.
T: por
eso, encender una vela tiene sentido en la medida en que,
personal, familiar y
comunitariamente, nos dispongamos a recibir al hijo de Dios,
a nuestro señor Jesucristo,
que viene a nosotros para salvarnos.
C: Cristo,
en su Evangelio, nos invita a
"Velar y a estar preparados, porque no
sabemos cuándo llegará el momento".
T: por
eso, nos comprometemos a prepararnos, en familia,
a través del perdón, de la
comprensión y del amor entre esposo y esposa;
entre padres e hijos; entre
hermanos y hermanas; y entre amigos y compañeros.
Nos
comprometemos, también, a manifestar nuestro cariño y buena voluntad
para con
los amigos y vecinos, sobre todo, estando dispuestos a prestar ayuda
si alguien
necesita de nosotros, de nuestro tiempo, de nuestro servicio y de nuestras
cosas.
Y le
pedimos a dios, nuestro señor, su gracia y su fuerza
para cumplir fielmente
estos propósitos. Por Jesucristo, nuestro señor. ¡Amén!
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BENDICIÓN
SOLEMNE DE ADVIENTO
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C: Que
Dios, omnipotente y misericordioso.
T: Nos
santifique con la celebración de este Adviento y nos llene de sus bendiciones,
ya que creemos que Cristo vino al mundo y esperamos su retorno glorioso. ¡Amén!
C: Que
Dios, fuente de vida y alegría.
T: Nos
conceda permanecer firmes en la fe,
alegres en la esperanza y eficaces en la
caridad. ¡Amén!
C: Que
Dios, origen de toda bondad.
T: Nos
enriquezca con los premios eternos
cuando venga de nuevo en la majestad de su
gloria. ¡Amén!
C: Y
la bendición de Dios todopoderoso, Padre, Hijo (+) y Espíritu Santo,
descienda
sobre todos ustedes.
T: ¡Amén!
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Bendición en Familia de la corona de Adviento Misionera
Significado de la corona del Adviento
El uso de la Corona de Adviento es una práctica tradicional que encontró su lugar tanto en la Iglesia, como en el hogar.
La Corona de Adviento se elabora con ramas perennes que se arman formando un círculo,
se colocan cuatro velas en la corona, (muchos lo hacen en forma de cruz).
Las cuatro velas representan las cuatro semanas de Adviento.
Generalmente, tres velas son moradas y una es rosada.
Algunos prefieren usar velas blancas que simbolizan la pureza del que viene.
Las velas púrpuras, en particular, simbolizan:
la oración, la penitencia, los sacrificios preparatorios y las buenas acciones realizados en este momento.
La vela rosada se enciende el tercer domingo, cuando el sacerdote también usa vestimentas de ese color durante la Santa misa.
A este tercer Domingo se le conoce como el domingo de Gaudete o el domingo de la alegría,
porque los fieles han llegado al punto medio de Adviento,
cuando la preparación ya ha pasado la mitad y están más cerca de la Navidad.
En el caso de la Corona Misionera de Adviento, Se colocan cinco velas:
La primera vela color VERDE, representa nuestras oraciones por los cristianos y todos los pobladores de África.
La tercera vela color BLANCO, representa nuestras oraciones por los cristianos y todos los pobladores de Europa.
La cuarta vela color AZUL, representa nuestras oraciones por los cristianos y todos los pobladores de Oceanía.
La quinta vela color AMARILLO, representa nuestras oraciones por los cristianos y todos los pobladores de Asia.
El encendido progresivo de las velas nos recuerda que la luz de la fe ilumina nuestra espera
y aviva la expectativa que rodea la primera venida de nuestro Señor al mundo,
así como la anticipación y espera de su segunda venida para juzgar a los vivos ya los muertos.
Bendición de la corona del Adviento.
La bendición de la corona de Adviento se hace el primer domingo de Adviento o el sábado por la tarde antes del primer domingo de Adviento.
Ésta tiene lugar en algunas parroquias o colegios donde las familias llevan sus coronas para que sean bendecidas por el sacerdote o el diácono.
Si no se pudo asistir a esos eventos y la bendición de la corona de Adviento se hace en el hogar,
lo apropiado es que sea bendecida por el Papá, la Mamá u otro miembro de la familia.
Todos hacen la señal de la cruz mientras el líder dice:
C: Nuestra auxilio está en el nombre del Señor.
T: ¡Que hizo el cielo y la tierra!
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Entonces se lee: (Isaías 11, 1-10) o (Is 9, 1-2 y 5-6) o (Is 63, 16-17 y 19) o (Is 64, 2-7).
Is 11, 1-10
En aquel día, brotará un renuevo del tronco de Jesé,
un vástago florecerá de su raíz.
Sobre él se posará el espíritu del Señor,
espíritu de sabiduría e inteligencia,
espíritu de consejo y fortaleza,
espíritu de piedad y temor de Dios.
No juzgará por apariencias, ni sentenciará de oídas;
defenderá con justicia al desamparado
y con equidad dará sentencia al pobre;
herirá al violento con el látigo de su boca,
con el soplo de sus labios matará al impío.
Será la justicia su ceñidor, la fidelidad apretará su cintura.
Habitará el lobo con el cordero, la pantera se echará con el cabrito,
el novillo y el león pacerán juntos y un muchachito los apacentará.
La vaca pastará con la osa y sus crías vivirán juntas.
El león comerá paja con el buey.
El niño jugará sobre el agujero de la víbora;
la creatura meterá la mano en el escondrijo de la serpiente.
No harán daño ni estrago por todo mi monte santo,
porque así como las aguas colman el mar,
así está lleno el país de la ciencia del Señor.
Aquel día la raíz de Jesé se alzará como bandera de los pueblos,
la buscarán todas las naciones y será gloriosa su morada.
Al final de la lectura, el líder dice:
C: Palabra del Señor.
T. Demos gracias a Dios.
_____________________________________________________________________________________________
Lectura OPCIONAL
Is 63, 16-17. 19
Tú, Señor, eres nuestro padre y nuestro redentor;
ése es tu nombre desde siempre.
¿Por qué, Señor, nos has permitido alejarnos de tus mandamientos
y dejas endurecer nuestro corazón hasta el punto de no temerte?
Vuélvete, por amor a tus siervos, a las tribus que son tu heredad.
Ojalá rasgaras los cielos y bajaras,
estremeciendo las montañas con tu presencia.
Descendiste y los montes se estremecieron con tu presencia.
Jamás se oyó decir, ni nadie vio jamás que otro Dios, fuera de ti,
hiciera tales cosas en favor de los que esperan en él.
Tú sales al encuentro del que practica alegremente la justicia
y no pierde de vista tus mandamientos.
Al final de la lectura, el líder dice:
C: Palabra del Señor.
R/. Demos gracias a Dios.
_____________________________________________________________________________________________
ORACIÓN DE BENDICIÓN DE LA CORONA
_____________________________________________________________________________________________
Con las manos juntas, el líder dice:
C: Señor nuestro Dios,
Te alabamos por tu Hijo, Jesucristo:
Él es Emmanuel, la esperanza de los pueblos,
Él es la sabiduría que nos enseña y nos guía,
Él es el Salvador de cada nación.
Señor Dios,
que tu bendición descienda sobre nosotros
ahora que encendemos las velas de esta corona.
Que la corona y su luz
Sean signos de que la promesa de Cristo
de traernos la salvación es real.
Que llegue pronto y no demore.
Te lo pedimos por Cristo nuestro Señor.
T. ¡Amén!
_____________________________________________________________________________________________
_____________________________________________________________________________________________
C: Señor Dios
bendice con tu poder nuestra Corona de Adviento
para que, al encenderla,
despierte en nosotros el deseo de esperar la venida de Cristo
practicando las buenas obras, y para que así,
cuando Él llegue, seamos admitidos al Reino de los Cielos.
Te lo pedimos por Cristo nuestro Señor.
T: ¡Amén!
_____________________________________________________________________________________________
¡Oh, ven, deseo de las naciones!
une los corazones de la humanidad;
Haz que la tristeza cese
Y sé tú nuestro príncipe de la paz.
¡Alégrate! ¡goza! Emmanuel
Vendrán a ti, oh Israel.
Traducido y adaptado de: Catholic Household Blessings & Prayers
Oraciones para encender las velas de la corona Misionera de Adviento, semana a semana - Is 11, 1-10
La Corona de Adviento se elabora con ramas perennes que se arman formando un círculo,
se colocan cuatro velas en la corona, (muchos lo hacen en forma de cruz).
Las cuatro velas representan las cuatro semanas de Adviento.
Generalmente, tres velas son moradas y una es rosada.
Algunos prefieren usar velas blancas que simbolizan la pureza del que viene.
Las velas púrpuras, en particular, simbolizan:
la oración, la penitencia, los sacrificios preparatorios y las buenas acciones realizados en este momento.
La vela rosada se enciende el tercer domingo, cuando el sacerdote también usa vestimentas de ese color durante la Santa misa.
A este tercer Domingo se le conoce como el domingo de Gaudete o el domingo de la alegría,
porque los fieles han llegado al punto medio de Adviento,
cuando la preparación ya ha pasado la mitad y están más cerca de la Navidad.
En el caso de la Corona Misionera de Adviento, Se colocan cinco velas:
La primera vela color VERDE, representa nuestras oraciones por los cristianos y todos los pobladores de África.
La tercera vela color BLANCO, representa nuestras oraciones por los cristianos y todos los pobladores de Europa.
La cuarta vela color AZUL, representa nuestras oraciones por los cristianos y todos los pobladores de Oceanía.
La quinta vela color AMARILLO, representa nuestras oraciones por los cristianos y todos los pobladores de Asia.
y aviva la expectativa que rodea la primera venida de nuestro Señor al mundo,
así como la anticipación y espera de su segunda venida para juzgar a los vivos ya los muertos.
Bendición de la corona del Adviento.
La bendición de la corona de Adviento se hace el primer domingo de Adviento
o el sábado por la tarde antes del primer domingo de Adviento.
Si la bendición de la corona de Adviento se hace en el hogar,
lo apropiado es que sea bendecida por el Papá, la Mamá u otro miembro de la familia.
Todos hacen la señal de la cruz mientras el líder dice:
C: Nuestra auxilio está en el nombre del Señor.
R/. ¡Que hizo el cielo y la tierra!
Entonces se lee: (Isaías 11, 1-10) o (Is 9, 1-2 y 5-6) o (Is 63, 16-17 y 19) o (Is 64, 2-7).
Is 11, 1-10
En aquel día, brotará un renuevo del tronco de Jesé,
un vástago florecerá de su raíz.
Sobre él se posará el espíritu del Señor,
espíritu de sabiduría e inteligencia,
espíritu de consejo y fortaleza,
espíritu de piedad y temor de Dios.
No juzgará por apariencias, ni sentenciará de oídas;
defenderá con justicia al desamparado
y con equidad dará sentencia al pobre;
herirá al violento con el látigo de su boca,
con el soplo de sus labios matará al impío.
Será la justicia su ceñidor, la fidelidad apretará su cintura.
Habitará el lobo con el cordero, la pantera se echará con el cabrito,
el novillo y el león pacerán juntos y un muchachito los apacentará.
La vaca pastará con la osa y sus crías vivirán juntas.
El león comerá paja con el buey.
El niño jugará sobre el agujero de la víbora;
la creatura meterá la mano en el escondrijo de la serpiente.
No harán daño ni estrago por todo mi monte santo,
porque así como las aguas colman el mar,
así está lleno el país de la ciencia del Señor.
Aquel día la raíz de Jesé se alzará como bandera de los pueblos,
la buscarán todas las naciones y será gloriosa su morada.
Al final de la lectura, el líder dice:
C: Palabra del Señor.
R/. Demos gracias a Dios.
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Lectura OPCIONAL
Is 63, 16-17. 19
Tú, Señor, eres nuestro padre y nuestro redentor;
ése es tu nombre desde siempre.
¿Por qué, Señor, nos has permitido alejarnos de tus mandamientos
y dejas endurecer nuestro corazón hasta el punto de no temerte?
Vuélvete, por amor a tus siervos, a las tribus que son tu heredad.
Ojalá rasgaras los cielos y bajaras,
estremeciendo las montañas con tu presencia.
Descendiste y los montes se estremecieron con tu presencia.
Jamás se oyó decir, ni nadie vio jamás que otro Dios, fuera de ti,
hiciera tales cosas en favor de los que esperan en él.
Tú sales al encuentro del que practica alegremente la justicia
y no pierde de vista tus mandamientos.
Al final de la lectura, el líder dice:
C: Palabra del Señor.
R/. Demos gracias a Dios.
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Con las manos juntas, el líder dice:
C: Señor nuestro Dios,
Te alabamos por tu Hijo, Jesucristo:
Él es Emmanuel, la esperanza de los pueblos,
Él es la sabiduría que nos enseña y nos guía,
Él es el Salvador de cada nación.
Señor Dios,
que tu bendición descienda sobre nosotros
ahora que encendemos las velas de esta corona.
Que la corona y su luz
Sean signos de que la promesa de Cristo
de traernos la salvación es real.
Que llegue pronto y no demore.
Te lo pedimos por Cristo nuestro Señor.
R/. Amén.
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La bendición puede concluir con un verso de "Oh Ven, Ven, Emmanuel":
¡Oh, ven, deseo de las naciones!
une los corazones de la humanidad;
Haz que la tristeza cese
Y sé tú nuestro príncipe de la paz.
¡Alégrate! ¡goza! Emmanuel
Vendrán a ti, oh Israel.
Traducido y adaptado de: Catholic Household Blessings & Prayers
ENTRADA.
- Se entona algún
canto.
Saludo.
G: En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Acto de Contrición.
G: Reconozcamos ante Dios que somos pecadores.
T: Yo confieso ante Dios todopoderoso...
LITURGIA DE LA PALABRA.
G: Lectura del santo evangelio según san Marcos 13, 33:
El cielo y la tierra pasarán, más mis palabras no
pasarán.
En cuanto al día y la hora, no los conoce nadie,
ni los ángeles en el cielo, ni el hijo; sólo los conoce el Padre.
¡Estén
atentos y despiertos, porque no conocen el día ni la hora!
Lo que les
digo a ustedes se lo digo a todos: ¡Estén prevenidos!
G: Palabra de Dios.
T: Te
alabamos Señor.
(Breve
pausa para meditar)
Reflexión.
G: Vigilar significa estar atentos, salir al
encuentro del Señor,
que quiere entrar, este año más que el pasado,
en nuestra existencia, para darle sentido total y salvarnos.
ENCENDIDO DE LA
VELA.
Oración.
G: Encendemos, Señor, esta luz,
como aquel que
enciende su lámpara
para salir, en la noche, al encuentro del amigo que ya
viene.
En esta primera semana de Adviento
queremos levantarnos para esperarte
preparados, para recibirte con alegría.
Muchas sombras nos envuelven. Muchos
halagos nos adormecen.
Queremos estar despiertos y
vigilantes, porque tú
traes la luz más clara,
la paz más
profunda y la alegría más verdadera.
¡Ven, Señor Jesús! ¡Ven, Señor Jesús!
PADRE NUESTRO
G: Unidos en una sola voz digamos:
T: Padre Nuestro que estás en el cielo, santificado sea tu nombre.
Venga a nosotros tu Reino,
Hágase tu voluntad en el cielo como en la tierra.
Danos hoy, nuestro pan de cada día,
perdónanos nuestras ofensas
como también nosotros perdonamos a quien nos ofende.
No nos dejes caer en tentación y líbranos de todo mal. ¡Amén!
CONCLUSION
G: Ven, Señor, haz resplandecer tu rostro sobre nosotros.
T: Y seremos salvos. Amén!
ORACIÓN FINAL
G: Derrama Señor, tu gracia sobre nosotros, que,
por el anuncio del ángel, hemos conocido la encarnación de tu Hijo,
para que lleguemos por su pasión y su cruz
a la gloria de la resurrección. Por nuestro Señor Jesucristo.
T: ¡Amén!
_____________________________________________________________________________________________
ENTRADA.
- Se entona algún
canto.
Saludo.
G: En el nombre del Padre y del Hijo y del
Espíritu Santo.
Acto
de Contrición.
G: Reconozcamos ante Dios que somos pecadores.
T: Yo confieso ante Dios todopoderoso...
LITURGIA DE LA PALABRA.
G: Lectura de la II carta de San Pedro 3,13-14::
“Nosotros
esperamos según la promesa de Dios
cielos nuevos y tierra nueva, un mundo en
que reinará la justicia.
Por eso, queridos hermanos, durante esta espera,
esfuércense para que Dios los halle sin mancha ni culpa, viviendo en paz".
G: Palabra de Dios.
T: Te
alabamos Señor.
(Breve
pausa para meditar)
Reflexión.
G: ¿Qué va a cambiar en mí, en nosotros en este
Adviento?
¿ Se notará que creemos de veras en Cristo?
ENCENDIDO DE LA
VELA.
Oración.
G: Los profetas mantenían encendida la esperanza
de Israel.
Nosotros, como un símbolo, encendemos estas dos velas.
El viejo tronco está rebrotando se estremece
porque Dios se ha sembrado en nuestra carne...
Que cada uno de nosotros,
Señor, te abra su vida para que brotes,
para que florezcas, para que nazcas
y mantengas en nuestro corazón encendida la esperanza.
¡Ven pronto, Señor! ¡Ven, Salvador!
PADRE NUESTRO
G: Unidos en una sola voz digamos:
T: Padre
Nuestro que estás en el cielo, santificado sea tu nombre.
Venga a nosotros tu Reino,
Hágase tu voluntad en el cielo como en la tierra.
Danos hoy, nuestro pan de cada día,
perdónanos nuestras ofensas
como también nosotros perdonamos a quien nos ofende.
No nos dejes caer en tentación y líbranos de todo mal. ¡Amén!
CONCLUSION
G: Ven, Señor, haz resplandecer tu rostro sobre nosotros.
T: Y seremos salvos. Amén!
ORACIÓN FINAL
G: Derrama Señor, tu gracia sobre nosotros, que,
por el anuncio del ángel, hemos conocido la encarnación de tu Hijo,
para que lleguemos por su pasión y su cruz
a la gloria de la resurrección. Por nuestro Señor Jesucristo.
T: ¡Amén!
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ENTRADA.
- Se entona algún
canto.
Saludo.
G: En el nombre del Padre y del Hijo y del
Espíritu Santo.
Acto
de Contrición.
G: Reconozcamos ante Dios que somos pecadores.
T: Yo confieso ante Dios todopoderoso...
LITURGIA DE LA PALABRA.
G: Lectura de la Primera carta a los Tesalonicenses
5,23:
”Que el propio Dios de la paz los santifique, llevándolos a la perfección.
Guárdense enteramente, sin mancha, en todo su espíritu,
su alma y su cuerpo, hasta la venida de Cristo Jesús, nuestro Señor”.
G: Palabra de Dios.
T: Te
alabamos Señor.
(Breve
pausa para meditar)
G: Los hombres de hoy no verán en persona a Cristo en esta Navidad
¿Habrá más luz, más amor,
más esperanza reflejada en nuestra vida para que puedan creer en El?
ENCENDIDO DE LA
VELA.
G: En las tinieblas se encendió una luz, en el desierto clamó una voz.
Se anuncia la buena noticia: ¡El Señor va a llegar!
¡Preparen sus caminos, porque ya se acerca!
Adornen su alma como una novia se engalana el día de su boda.
¡Ya llega el mensajero!
Juan Bautista no es la luz, sino el que nos anuncia la luz.
Cuando encendemos estas tres velas
cada uno de nosotros quiere ser antorcha tuya para que brilles,
llama para que
calientes.
caliéntanos en tu amor!
PADRE NUESTRO
G: Unidos en una sola voz digamos:
T: Padre Nuestro que estás en el cielo, santificado sea tu nombre.
Venga a nosotros tu Reino,
Hágase tu voluntad en el cielo como en la tierra.
Danos hoy, nuestro pan de cada día,
perdónanos nuestras ofensas
como también nosotros perdonamos a quien nos ofende.
No nos dejes caer en tentación y líbranos de todo mal. ¡Amén!
CONCLUSION
G: Ven, Señor, haz resplandecer tu rostro sobre nosotros.
T: Y seremos salvos. Amén!
ORACIÓN FINAL
G: Derrama Señor, tu gracia sobre nosotros, que,
por el anuncio del ángel, hemos conocido la encarnación de tu Hijo,
para que lleguemos por su pasión y su cruz
a la gloria de la resurrección. Por nuestro Señor Jesucristo.
T: ¡Amén!
ENTRADA.
- Se entona algún
canto.
Saludo.
G: En el nombre del Padre y del Hijo y del
Espíritu Santo.
G: Nuestro auxilio está en el nombre del Señor.
T: Que hizo el cielo y la tierra.
LITURGIA DE LA PALABRA.
Primera Lectura
G: Lectura de la Primera carta a los Romanos 13, 13-14:
"Conduzcámonos como en pleno día,
con dignidad.
Nada de comilonas y borracheras, nada de lujuria ni desenfreno,
nada de riñas ni pendencias. Vístanse del
Señor Jesucristo".
G: Palabra de Dios.
T: Te
alabamos Señor.
Segunda Lectura
G: Lectura de la segunda carta a los Tesalonicenses: 1,
6-7
"Es justo
a los ojos de Dios pagar con alivio a ustedes, los afligidos,
y a nosotros, cuando el Señor Jesús se revele, viniendo del cielo
acompañado de
sus poderosos ángeles, entre las aclamaciones
de su pueblo
santo y la admiración de todos los creyentes." –
G: Palabra de Dios.
T: Te alabamos
Señor.
G: Ven, Señor, y no tardes.
T: Perdona
los pecados de tu pueblo.
SE ENCIENDEN LAS
CUATRO VELAS
G: Bendigamos
al Señor.
Todos hacen la señal de la
cruz mientras dicen:
T: Demos gracias a Dios.
G:
Lectura del Evangelio según San Lucas: 2: 6-7
Y sucedió que, mientras ellos estaban allí,
se le cumplieron los días del alumbramiento,
y dio a luz a su hijo primogénito, le envolvió en pañales
y le acostó en un pesebre, porque no tenían sitio en el alojamiento.
G: Palabra
de Dios.
T: Te alabamos Señor.
_____________________________________________________________________________________________
La Virgen y San José, con su fe, esperanza y caridad
salen victoriosos en la prueba. No hay rechazo, ni frío, ni oscuridad
ni incomodidad que les pueda separar del amor de Cristo que nace.
Ellos son los benditos de Dios que le reciben.
Dios no encuentra lugar mejor que aquel pesebre,
porque allí estaba el amor inmaculado que lo recibe.
Nos unimos a La Virgen y San José
con un sincero deseo de renunciar a todo
lo que impide que Jesús nazca en nuestro corazón.
Tiempo de silencio
G: Aguardando la venida del Señor,
oremos confiadamente a Dios, nuestro Padre.
Intenciones
1. Por la Iglesia, para que, cuando llegue el dueño de la casa,
no la encuentre adormecida, sino velando
y cumpliendo la tarea encomendada.
Roguemos al Señor.
2. Por
los gobernantes, para que no cierren sus oídos a las legítimas
y siempre crecientes aspiraciones de
sus pueblos. Roguemos al Señor.
3. Por los que viven sin sentido, para que descubran en su vida
a Dios que viene a nosotros.
Roguemos al Señor.
4. Por nosotros, aquí reunidos,
para que, adhiriéndonos a él, como
nos dice el profeta,
nuestra esperanza no decaiga.
Roguemos al Señor.
5. Por nuestras necesidades y nuestras intenciones
para que el Dios de la Vida que viene, nos
obtenga los favores
que necesitamos para mejorar. Roguemos
al Señor.
Oración:
G: Muéstranos, Señor, tu misericordia y danos tu
salvación.
Por Jesucristo, nuestro
Señor.
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Padre Nuestro / Ave María.
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ORACIÓN FINAL
G: Derrama Señor, tu gracia sobre nosotros, que,
por el anuncio del ángel, hemos conocido la encarnación de tu Hijo,
para que
lleguemos por su pasión y su cruz
a la gloria de la resurrección. Por nuestro Señor Jesucristo.
T: ¡Amén!
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Celebración de la Corona de Adviento analizando la presencia de
Jesucristo y sus enseñanzas en la vida familiar
Consulta también el artículo de la Corona
de Adviento de P. Alberto Ramírez Mozqueda
jueves, 26 de noviembre de 2020
Liturgia de las Horas en lenguaje Latinoamericano - San Columbano - laudes y vísperas
Nació en Irlanda, en la primera mitad del siglo VI, y se instruyó en las ciencias sagradas y profanas. Habiendo abrazado la vida monástica, se trasladó a Francia y fundó varios monasterios, que gobernó con una rígida disciplina. Obligado a exiliarse, marchó a Italia, donde fundó el monasterio de Bobbio. Murió el año 615, después de haber llevado una vida ejemplar como cristiano y como religioso.
LAUDES (Oración de la mañana)
† INVITATORIO
(Si Laudes no es la primera oración del día se sigue el esquema del Invitatorio explicado en el Oficio de Lectura)
R. Y mi boca proclamará tu alabanza
Ant. Den gracias al Señor, porque es eterna su misericordia.
Salmo 94: Invitación a la Alabanza Divina
Anímense los unos a los otros, día tras día, mientras dure este «hoy» (Hb 3,13)
Vengan, aclamemos al Señor,
demos vítores a la Roca que nos salva;
entremos a su presencia dándole gracias,
aclamándolo con cantos.
Porque el Señor es un Dios grande, soberano de todos los dioses:
tiene en su mano las simas de la tierra,
son suyas las cumbres de los montes; suyo es el mar, porque él lo hizo,
la tierra firme que modelaron sus manos.
Vengan, postrémonos por tierra, bendiciendo al Señor, creador nuestro.
Porque él es nuestro Dios, y nosotros su pueblo, el rebaño que él guía.
Ojalá escuchen hoy su voz: «No endurezcan el corazón como en Meribá,
como el día de Masá en el desierto; cuando sus padres me pusieron a prueba
y dudaron de mí, aunque habían visto mis obras.
Durante cuarenta años aquella generación me repugnó, y dije:
Es un pueblo de corazón extraviado, que no reconoce mi camino;
por eso he jurado en mi cólera que no entrarán en mi descanso»
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
Ant. Den gracias al Señor, porque es eterna su misericordia.
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Cristo, cabeza, rey de los pastores,
Ant 1. Aceptarás los sacrificios, ofrendas y holocaustos, sobre tu altar, Señor.
Renuévense en la mente y en el espíritu y vístanse de la nueva condición humana (Ef 4,23-24)
Misericordia, Dios mío, por tu bondad; por tu inmensa compasión
Pues yo reconozco mi culpa, tengo siempre presente mi pecado:
contra ti, contra ti solo pequé, cometí la maldad que aborreces.
En la sentencia tendrás razón, en el juicio brillará tu rectitud.
Mira, que en la culpa nací, pecador me concibió mi madre.
Te gusta un corazón sincero, y en mi interior me inculcas sabiduría.
Rocíame con el hisopo: quedaré limpio;
Hazme oír el gozo y la alegría, que se alegren los huesos quebrantados.
Aparta de mi pecado tu vista, borra en mí toda culpa.
¡Oh Dios!, crea en mí un corazón puro, renuévame por dentro con espíritu firme;
no me arrojes lejos de tu rostro, no me quites tu santo espíritu.
Devuélveme la alegría de tu salvación, afiánzame con espíritu generoso:
enseñaré a los malvados tus caminos, los pecadores volverán a ti.
Líbrame de la sangre, ¡oh Dios, Dios, Salvador mío!,
y cantará mi lengua tu justicia.
Señor, me abrirás los labios, y mi boca proclamará tu alabanza.
Los sacrificios no te satisfacen; si te ofreciera un holocausto, no lo querrías.
Mi sacrificio es un espíritu quebrantado:
un corazón quebrantado y humillado tú no lo desprecias.
Señor, por tu bondad, favorece a Sión, reconstruye las murallas de Jerusalén:
entonces aceptarás los sacrificios rituales,
ofrendas y holocaustos, sobre tu altar se inmolarán novillos.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. ¡Amén!
Ant. Aceptarás los sacrificios, ofrendas y holocaustos, sobre tu altar, Señor.
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Cántico Is 45, 15-25: Que los pueblos todos se conviertan al Señor.
Al nombre de Jesús toda rodilla se doble (Flp 2,10)
Es verdad: tú eres un Dios escondido, el Dios de Israel, el Salvador.
Se avergüenzan y se sonrojan todos por igual,
se van avergonzados los fabricantes de ídolos;
mientras el Señor salva a Israel con una salvación perpetua,
para que no se avergüencen ni se sonrojen nunca jamás.
Así dice el Señor, creador del cielo - él es Dios -,
él modeló la tierra, la fabricó y la afianzó; no la creó vacía,
sino que la formó habitable: «Yo soy el Señor y no hay otro.»
No te hablé a escondidas, en un país tenebroso,
no dije a la estirpe de Jacob: «Búsquenme en el vacío.»
Yo soy el Señor que pronuncia sentencia y declara lo que es justo.
Reúnanse, vengan, acérquense juntos, supervivientes de las naciones.
No discurren los que llevan su ídolo de madera,
y rezan a un dios que no puede salvar.
Declaren, aduzcan pruebas, que deliberen juntos:
¿Quién anunció esto desde antiguo,
quién lo predijo desde entonces?
¿No fui yo, el Señor? - No hay otro Dios fuera de mí -.
Yo soy un Dios justo y salvador, y no hay ninguno más.
Vuélvanse hacia mí para salvarlos, confines de la tierra,
pues yo soy Dios y no hay otro.
Yo juro por mi nombre, de mi boca sale una sentencia,
una palabra irrevocable: «Ante mí se doblará toda rodilla,
por mí jurará toda lengua»,
dirán: «Sólo el Señor tiene la justicia y el poder.»
A él vendrán avergonzados los que se enardecían contra él,
con el Señor triunfará y se gloriará la estirpe de Israel.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
Ant. Con el Señor triunfará y se gloriará la estirpe de Israel.
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Salmo 99 - Alegría de los que entran en el Templo.
El Señor manda que los redimidos entonen un himno de victoria (S. Atanasio)
Aclama al Señor, tierra entera,
sirvan al Señor con alegría,
entren en su presencia con aclamaciones.
Sepan que el Señor es Dios:
que él nos hizo y somos suyos,
su pueblo y ovejas de su rebaño.
Entren por sus puertas con acción de gracias,
por sus atrios con himnos,
dándole gracias y bendiciendo su nombre:
«El Señor es bueno,
su misericordia es eterna,
su fidelidad por todas las edades.»
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
Ant. Entren en la presencia del Señor con aclamaciones.
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Acuérdense de sus dirigentes, que les anunciaron la palabra de Dios;
fíjense en el desenlace de su vida e imiten su fe.
Jesucristo es el mismo ayer y hoy y siempre.
No se dejen arrastrar por doctrinas complicadas y extrañas.
RESPONSORIO BREVE
V. Sobre tus murallas, Jerusalén, he colocado centinelas.
R. Sobre tus murallas, Jerusalén, he colocado centinelas.
V. Ni de día ni de noche dejarán de anunciar el nombre del Señor.
R. He colocado centinelas.
V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. Sobre tus murallas, Jerusalén, he colocado centinelas.
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Ant. No serán ustedes los que hablen, el Espíritu de su Padre hablará por ustedes.
Cántico de Zacarías Lc 1, 68-79. El Mesías y su Precursor
† (se hace la señal de la cruz mientras se comienza a recitar)
Bendito sea el Señor, Dios de Israel,
porque ha visitado y redimido a su pueblo.
suscitándonos una fuerza de salvación
en la casa de David, su siervo,
según lo había predicho desde antiguo
por boca de sus santos profetas:
Es la salvación que nos libra de nuestros enemigos
y de la mano de todos los que nos odian;
ha realizado así la misericordia que tuvo con nuestros padres,
recordando su santa alianza
y el juramento que juró a nuestro padre Abraham.
Para concedernos que, libres de temor,
arrancados de la mano de los enemigos,
le sirvamos con santidad y justicia,
en su presencia, todos nuestros días.
Y a ti, niño, te llamarán Profeta del Altísimo,
porque irás delante del Señor
a preparar sus caminos,
anunciando a su pueblo la salvación,
el perdón de sus pecados.
Por la entrañable misericordia de nuestro Dios,
nos visitará el sol que nace de lo alto,
para iluminar a los que viven en tiniebla
y en sombra de muerte,
para guiar nuestros pasos
por el camino de la paz.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. ¡Amén!
Ant. No serán ustedes los que hablen, el Espíritu de su Padre hablará por ustedes.
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Demos gracias a Cristo, el buen Pastor que entregó la vida por sus ovejas,
R./ Apacienta a tu pueblo, Señor
Señor Jesucristo, que en los santos pastores
nos has revelado tu misericordia y tu amor,
- haz que por ellos continúe llegando a nosotros tu acción misericordiosa.
Señor Jesucristo, que a través de los santos pastores
sigues siendo el único pastor de tu pueblo,
- no dejes de guiarnos siempre por medio de ellos.
Señor Jesucristo, que por medio de los santos pastores
eres el médico de los cuerpos y de las almas,
- haz que nunca falten a tu Iglesia
los ministros que nos guíen por las sendas de una vida santa.
Señor Jesucristo que has adoctrinado a la Iglesia
con la prudencia y el amor de los santos,
Se pueden añadir algunas intenciones libres (ver las intenciones del Santo Padre para este mes de noviembre)
Ya que somos hijos de Dios, oremos a nuestro Padre como Cristo nos enseñó:
Padre nuestro...
ORACIÓN
Señor, Dios nuestro, que has unido de modo admirable
en el abad san Columbano la tarea de la evangelización
y el amor a la vida monástica, concédenos, por su intercesión y su ejemplo,
que te busquemos a ti sobre todas las cosas
y trabajemos por la propagación de tu reino.
Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo,
que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo
y es Dios por los siglos de los siglos. ¡Amén!
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Si el que preside no es un ministro ordenado, o en el rezo individual:
† (se hace la señal de la cruz mientras se dice:)
V. El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna.
V/. La paz de Dios, que sobrepasa todo juicio,
custodie sus corazones y sus pensamientos
en el conocimiento y el amor de Dios y de su Hijo Jesucristo, nuestro Señor.
V/. Y la bendición de Dios todopoderoso,
Padre, Hijo † y Espíritu Santo, descienda sobre ustedes.
V/. Y la bendición de Dios todopoderoso,
Padre, Hijo † y Espíritu Santo, descienda sobre ustedes.
V/. Pueden ir en paz.
Nació en Irlanda, en la primera mitad del siglo VI, y se instruyó en las ciencias sagradas y profanas. Habiendo abrazado la vida monástica, se trasladó a Francia y fundó varios monasterios, que gobernó con una rígida disciplina. Obligado a exiliarse, marchó a Italia, donde fundó el monasterio de Bobbio. Murió el año 615, después de haber llevado una vida ejemplar como cristiano y como religioso.
I VÍSPERAS - (Oración de la tarde)
INVOCACIÓN INICIAL
V. Dios mío, ven en mi auxilio
R. Señor, date prisa en socorrerme.
V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. Como era en el principio, ahora y siempre,
Himno: Cantemos al Señor con alegría
Cantemos al Señor con alegría,
Ant 1. Les daré pastores conforme a mi corazón,
que los apacienten con ciencia y doctrina.
Salmo 112 - alabado sea el nombre del Señor
Derriba del trono a los poderosos y enaltece a los humildes. (Lc 1, 52)
Alaben, siervos del Señor,
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio,
ahora y siempre, por los siglos de los siglos. ¡Amén!
Ant. Les daré pastores conforme a mi corazón,
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buscaré a las perdidas y haré volver a las descarriadas.
Salmo 145 - Felicidad de los que esperan en Dios.
Alabemos al Señor mientras vivimos, es decir, con nuestras obras. (Arnobio)
Alaba, alma mía, al Señor:
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. ¡Amén!
Ant. Yo mismo apacentaré mis ovejas;
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Cántico Ef 1, 3-10: Plan Divino de la Salvación
Bendito sea Dios,
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
Ant. El buen pastor da su vida por las ovejas.
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A los presbíteros en esa comunidad, yo, presbítero como ellos,
testigo de los sufrimientos de Cristo y partícipe de la gloria que va a descubrirse, los exhorto: Sean pastores del rebaño de Dios a su cargo,
gobernándolo, no a la fuerza, sino de buena gana, como Dios quiere,
no por sórdida ganancia, sino con generosidad,
no como dominadores sobre la heredad de Dios,
sino convirtiéndose en modelos del rebaño.
Y, cuando aparezca el supremo Pastor,
recibirán la corona de gloria que no se marchita.
V. Sacerdotes del Señor, bendigan al Señor.
R. Sacerdotes del Señor, bendigan al Señor.
V. Santos y humildes de corazón, alabad a Dios.
R. Bendigan al Señor.
V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. Sacerdotes del Señor, bendigan al Señor.
V. Sacerdotes del Señor, bendigan al Señor. ¡Aleluya, aleluya!
R. Sacerdotes del Señor, bendigan al Señor. ¡Aleluya, aleluya!
V. Santos y humildes de corazón, alaben a Dios.
R. ¡Aleluya, aleluya!
V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. Sacerdotes del Señor, bendigan al Señor. ¡Aleluya, aleluya!
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Para un santo Papa u obispo:
Ant. Sacerdote del Altísimo, modelo de virtudes,
pastor bueno del pueblo, tú agradaste al Señor. (T. P. Aleluya.)
Ant. Me he hecho todo para todos, para salvarlos a todos. (T. P. Aleluya.)
Cántico de María Lc 1, 46-55. Alegría del alma en el Señor
Proclama mi alma la grandeza del Señor,
se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador;
porque ha mirado la humillación de su esclava.
Desde ahora me felicitarán todas las generaciones,
porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí:
y su misericordia llega a sus fieles
El hace proezas con su brazo:
derriba del trono a los poderosos
a los hambrientos los colma de bienes
Auxilia a Israel, su siervo,
-como lo había prometido a nuestros padres-
en favor de Abraham y su descendencia por siempre.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
Para un santo Papa u obispo:
Ant. Sacerdote del Altísimo, modelo de virtudes,
pastor bueno del pueblo, tú agradaste al Señor. (T. P. Aleluya.)
Ant. Me he hecho todo para todos, para salvarlos a todos. (T. P. Aleluya.)
Glorifiquemos a Cristo, constituido pontífice en favor de los hombres
en lo que se refiere a Dios, y supliquémosle humildemente diciendo:
R./ Salva a tu pueblo, Señor.
Tú que por medio de pastores santos y eximios has glorificado a tu Iglesia,
- haz que todos los cristianos resplandezcan por su virtud.
Tú que por la oración de los santos pastores, que a semejanza de Moisés
oraban por el pueblo, perdonaste los pecados de tus fieles,
- purifica y santifica también ahora a la santa Iglesia
por la intercesión de los santos.
Tú que de entre los fieles elegiste a los santos pastores
y, por tu Espíritu, los consagraste como ministros en bien de sus hermanos,
- llena también de tu Espíritu a todos los pastores del pueblo de Dios.
Tú que fuiste la heredad de los santos pastores,
- no permitas que ninguno de los que fueron adquiridos por tu sangre
viva alejado de ti.
Se pueden añadir algunas intenciones libres
Tú que por medio de los pastores de la Iglesia das la vida eterna a tus ovejas para que nadie las arrebate de tu mano,
- salva a los difuntos, por quienes entregaste tu vida.
Digamos juntos la oración que Cristo nos enseñó como modelo de toda oración:
Padre nuestro...
Señor, Dios nuestro, que has unido de modo admirable
en el abad san Columbano la tarea de la evangelización
y el amor a la vida monástica, concédenos, por su intercesión y su ejemplo,
que te busquemos a ti sobre todas las cosas
y trabajemos por la propagación de tu reino.
Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo,
que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo
y es Dios por los siglos de los siglos. ¡Amén!
Dios y Señor nuestro, que con tu amor hacia los hombres
quisiste que San Columbano anunciara a los pueblos
la riqueza insondable que es Cristo, concédenos, por su intercesión,
crecer en el conocimiento del misterio de Cristo y vivir siempre
según las enseñanzas del Evangelio, fructificando con toda clase
de buenas obras. Por nuestro Señor Jesucristo. tu Hijo. ¡Amén!
y las iluminara con su ejemplo, te pedimos que, por su intercesión,
nos concedas perseverar en la fe que él nos enseñó con su palabra y seguir
el camino que nos mostró con su ejemplo. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo.
CONCLUSIÓN
Si el que preside no es un ministro ordenado, o en el rezo individual:
V. El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna.
R. ¡Amén!
V/. Y la bendición de Dios todopoderoso,
Padre, Hijo † y Espíritu Santo, descienda sobre ustedes.
V/. Pueden ir en paz.