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lunes, 18 de agosto de 2025

Oracion de un buen discípulo - Mt 19, 16-22

Providente y amoroso Señor,
ayúdame a amarte sobre todas las cosas.
A veces, mi Dios,
me apego a cosas que me llevan
a olvidarme de Ti.
Puedo oír en lo más profundo de mi alma
tus sabias y compasivas palabras:
«No se puede servir a dos señores» (Mt 6:24).
“Si quieres ser perfecto, ve a vender todo lo que tienes,
dales el dinero a los pobres,
y tendrás un tesoro en el cielo;
luego ven y sígueme”.
(Mt 19, 21)
Ayúdame a comprender
que no vale la pena tener muchas cosas,
si no te tengo a ti.

miércoles, 6 de agosto de 2025

Parecen Buenos, pero son Almas Tibias - Juan María Vianney

 San Juan María Vianney (el Cura de Ars), presbítero—Memoria.
Fiesta: 4 de agosto.
Vivió: 1786–1859
Patrono: De los párrocos, sacerdotes y confesores
Canonizado por: el Papa Pío XI en 1925
Color litúrgico: Blanco

Reflexión sobre su historia:
Juan María Bautista Vianney fue el cuarto de seis hijos de padres católicos devotos en Dardilly, un pueblo rural situado cerca de Lyon, en el este de Francia. Juan nació apenas tres años antes del inicio de la Revolución Francesa, durante la cual la Iglesia católica sufrió un feroz ataque. El culto público fue suprimido, las iglesias fueron cerradas o reutilizadas, y muchos sacerdotes juraron lealtad al nuevo estado bajo presión, se escondieron o fueron asesinados. Durante el Terror, de 1793 a 1794, miles de clérigos en Francia fueron ejecutados en la guillotina. Era una época caótica en Francia, y aún más caótica para el sacerdocio.

Durante esta época, la familia Vianney solía ocultar sacerdotes y asistir a sus misas clandestinas en granjas cercanas. El testimonio de los sacerdotes que arriesgaron sus vidas para ofrecer los sacramentos fue una poderosa fuente de inspiración para el joven Juan, y más tarde lo motivó a convertirse en sacerdote. Dado el caos de la época, John pasó la mayor parte de su infancia ayudando en la granja familiar y cuidando los rebaños, en lugar de asistir a la escuela. Recibió una educación sencilla de su madre, pero fue prácticamente analfabeto durante su adolescencia. Recibió en secreto instrucción catequética de dos monjas para prepararlo para su Primera Comunión, que recibió a los trece años en casa de un vecino.

En 1799, Napoleón tomó el poder en Francia y, en 1801, él y el Papa Pío VII firmaron un acuerdo llamado el Concordato. Este acuerdo no restauró completamente a la Iglesia Católica a sus antiguos derechos, pero sí reconoció el catolicismo como la fe de la mayoría de los ciudadanos franceses y permitió el culto público, aunque regulado por el estado. En 1806, el párroco de Écully, el pueblo vecino de John, el padre Balley, abrió una escuela para futuros seminaristas. A los veinte años, John comenzó allí su educación formal. Aunque tuvo dificultades, especialmente con el latín, su fe era manifiesta y su humildad, profunda.

En 1809, la educación de John se interrumpió al ser reclutado por el ejército de Napoleón para ayudar a combatir a los españoles durante la Guerra de la Quinta Coalición. Anteriormente, los seminaristas estaban exentos del reclutamiento, pero Napoleón, al enfrentarse a grandes pérdidas, abolió la exención. Tras unirse a su regimiento, John enfermó, fue hospitalizado y se quedó solo. Fue asignado a otro regimiento y, esta vez, estaba tan absorto en la oración en una iglesia cercana que se perdió su partida. Fue enviado tras las tropas, pero no las encontró y, en cambio, fue desviado a la aldea de Noës, donde se escondían varios desertores. Lo convencieron de quedarse con ellos, cambiar de nombre, esconderse y dar clases en la escuela. Hizo esto durante más de un año. Finalmente, se le concedió la amnistía y pudo regresar a Écully para continuar su educación con el padre Balley.

Aunque John seguía teniendo dificultades con sus estudios, el padre Balley lo apoyaba, pues veía en él una verdadera vocación, un profundo amor por la Santísima Madre y una profunda vida de oración. Tras completar sus estudios en Écully, el padre Balley convenció al vicario general de la diócesis para que le permitiera ingresar al seminario diocesano. John luchó, pero perseveró. Cuando llegó el momento de la ordenación, las autoridades diocesanas cuestionaron su idoneidad. Cuando el obispo preguntó por la piedad de John, le dijeron que rezaba el rosario como un ángel. Eso era todo lo que el obispo necesitaba saber. John fue ordenado sacerdote el 12 de agosto de 1815 y fue enviado a servir como vicario en Écully, bajo la supervisión del padre Balley, donde sirvió durante dos años hasta su fallecimiento.

En 1817, el padre Vianney fue enviado como capellán a la iglesia de San Sixto, en Ars, una comunidad agrícola de poco más de 200 habitantes. Permanecería allí durante los siguientes cuarenta y un años. Mientras el Padre Vianney caminaba hacia Ars, una historia relata que se encontró con un niño pastoreando ovejas. Le preguntó a qué distancia estaba Ars y el niño le indicó la dirección correcta, acompañándolo en el camino. Al ver el campanario a lo lejos, el Padre Vianney se arrodilló en oración durante un largo rato, se levantó y continuó su camino. Al llegar él y el niño, el Padre Vianney le dijo: "¡Me has mostrado el camino a Ars, yo te mostraré el camino al Cielo!".

Ars era conocida por ser una comunidad que disfrutaba de los bailes, las borracheras y las palabrotas. Aunque la iglesia estaba en mal estado, la moral era deficiente y la asistencia a la iglesia escasa, el Padre Vianney se puso manos a la obra. Los habitantes del pueblo desconocían que iban a recibir a un capellán, así que nadie asistió a las primeras misas del Padre. Pero a medida que se corrió la voz, la gente sintió curiosidad. 

Cuando algunos se detuvieron en la iglesia, vieron al Padre Vianney arrodillado en oración ante el Santísimo Sacramento. Luego, otros vieron lo mismo. Y otros más. Con el tiempo, la gente empezó a asistir a misa. Les conmovieron las sencillas homilías del Padre Vianney, que presentaban el mensaje fundamental del Evangelio. Hay que evitar el pecado; quienes persisten en él irán al infierno. Quienes se vuelvan a Dios serán salvados y recibidos en el Cielo. A menudo transmitía estos mensajes predicando sobre el amor de Dios, la oración, los sacramentos (especialmente la Confesión y la Eucaristía) y el deber de vivir una vida de caridad y virtud.

Durante los primeros tres años del ministerio sacerdotal del Padre Vianney, Ars se transformaba. El Padre Vianney no solo pasaba horas orando todos los días, soportaba severas penitencias y ayunos (principalmente patatas cocidas) y restauraba la iglesia, sino que también visitaba a sus feligreses en numerosas casas e incluso a los pueblos de los alrededores. Esto impresionó a muchos y los atrajo a la iglesia. En 1823, la situación iba tan bien que el obispo elevó la Iglesia de San Sixto a la categoría de parroquia y nombró al Padre Vianney párroco. En 1827, el Padre Vianney dijo desde el púlpito: "¡Ars, hermanos y hermanas, ya no es Ars!". Ars se había convertido, la gente acudía en masa a confesarse y a misa, orando, venciendo el pecado y volviéndose al amor de Dios. Pero Ars no era el único lugar afectado; la reputación del Padre Vianney se había extendido por todas partes. Como resultado, miles de personas viajaban a Ars cada año para asistir a sus misas y confesar sus pecados. Muchos días, el Padre Vianney pasaba hasta dieciséis horas en el confesionario. Para la década de 1850, decenas de miles, o según algunas estimaciones, cientos de miles de personas, acudían a Ars. Se tuvo que construir una iglesia nueva y más grande, e incluso se construyó un nuevo ferrocarril para facilitar el acceso de la gente a este pequeño pueblo.

El método del Padre Vianney para ser sacerdote era sencillo. Permitía que Dios lo consumiera, viviera en él y sirviera al pueblo a través de él. Era Dios quien absolvía, predicaba y amaba. El Padre Vianney fue solo un instrumento humano. Se dice que el diablo se le apareció muchas veces, acosándolo e intentando intimidarlo. En una ocasión, el diablo dijo la verdad: «Si solo hubiera tres como ustedes en Francia, no podría poner un pie allí».

Al honrar a este santo sacerdote de Dios, reflexionemos sobre la importancia del sacerdocio. San Juan Vianney dijo una vez: «Si me encontrara con un sacerdote y un ángel, saludaría primero al sacerdote y luego al ángel... Si no hubiera sacerdote, la Pasión y muerte de Jesús no servirían de nada. ¿De qué sirve un cofre lleno de oro si no hay nadie que pueda abrirlo? El sacerdote tiene la llave de los tesoros del Cielo». Aunque pocos sacerdotes están a la altura de la dignidad y la responsabilidad que se les otorgan, cada sacerdote lleva en su interior el sagrado poder de dispensar la misericordia de Dios, absolver los pecados y hacer presente la Pasión de Cristo en la Eucaristía. Recuerda hoy a tu sacerdote y reza por él, para que se convierta en un instrumento santo y humilde de Cristo.

Cita:
…Creo, hermanos, que les gustaría saber cuál es el estado del alma tibia. Pues bien, esto es. Un alma tibia aún no está del todo muerta a los ojos de Dios, porque la fe, la esperanza y la caridad que constituyen su vida espiritual no se han extinguido del todo. Pero es una fe sin celo, una esperanza sin resolución, una caridad sin ardor. Nada conmueve a esta alma: escucha la palabra de Dios, sí, es cierto; pero a menudo simplemente la aburre… ¿Quién puede atreverse a afirmar que no es un gran pecador ni un alma tibia, sino uno de los elegidos? ¡Ay, hermanos míos!, cuántos parecen buenos cristianos a los ojos del mundo, pero en realidad son almas tibias a los ojos de Dios, quien conoce lo más profundo de nuestro corazón. Pidamos a Dios de todo corazón, si nos encontramos en esta situación, que nos dé la gracia de salir de ella, para que podamos seguir el camino que han recorrido todos los santos y alcanzar la felicidad que ellos disfrutan. Eso es lo que deseo para ustedes. ~Homilía, San Juan Vianney

Oración:

San Juan María Vianney,
amaste a Dios con todo tu corazón y lo presentaste a tu pueblo.
Por ti, Ars y gran parte de Francia se convirtieron.
Ruega por mí, para que esté abierto al ministerio de los sacerdotes,
recibiendo la Palabra y la gracia de Dios a través de ellos,
ofreciéndoles el amor, el apoyo y el respeto que les corresponde.
Ruego especialmente por los sacerdotes en mi vida,
para que se conviertan en santos pastores a imitación de Cristo.
San Juan María Vianney, ruega por mí. Jesús, en ti confío.


domingo, 28 de noviembre de 2021

Oraciones para encender las velas de la corona Misionera de Adviento, semana a semana - Is 11, 1-10

Significado de la corona del Adviento 
El uso de la Corona de Adviento es una práctica tradicional que encontró su lugar tanto en la Iglesia,  como en el hogar. 
La Corona de Adviento se elabora con ramas perennes que se arman formando un círculo,
se colocan cuatro velas en la corona, (muchos lo hacen en forma de cruz).
Las cuatro velas representan las cuatro semanas de Adviento.
Generalmente, tres velas son moradas y una es rosada.
Algunos prefieren usar velas blancas que simbolizan la pureza del que viene.

Las velas púrpuras, en particular, simbolizan:
la oración, la penitencia, los sacrificios preparatorios y las buenas acciones realizados en este momento.
La vela rosada se enciende el tercer domingo, cuando el sacerdote también usa vestimentas de ese color durante la Santa misa.
A este tercer Domingo se le conoce como el domingo de Gaudete o el domingo de la alegría,
porque los fieles han llegado al punto medio de Adviento,
cuando la preparación ya ha pasado la mitad y están más cerca de la Navidad. 


En el caso de la Corona Misionera de Adviento, Se colocan cinco velas:
La primera vela color VERDE, representa nuestras oraciones por los cristianos y todos los pobladores de África.
La segunda vela color ROJO, representa nuestras oraciones por los cristianos y todos los pobladores de América.
La tercera vela color BLANCO, representa nuestras oraciones por los cristianos y todos los pobladores de Europa.
La cuarta vela color AZUL, representa nuestras oraciones por los cristianos y todos los pobladores de Oceanía.
La quinta vela color AMARILLO, representa nuestras oraciones por los cristianos y todos los pobladores de Asia.

El encendido progresivo de las velas nos recuerda que la luz de la fe ilumina nuestra espera
y aviva la expectativa  que rodea la primera venida de nuestro Señor al mundo,
así como la anticipación y espera de su segunda venida para juzgar a los vivos ya los muertos. 
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Bendición de la corona del Adviento.
La bendición de la corona de Adviento se hace el primer domingo de Adviento
o el sábado por la  tarde antes del primer domingo de Adviento.

Si la bendición de la corona de Adviento se hace en el hogar,
lo apropiado es que sea bendecida por el Papá, la Mamá u otro miembro de la familia. 


Todos hacen la señal de la cruz mientras el líder dice:

C: Nuestra auxilio está en el nombre del Señor.
R/. ¡Que hizo el cielo y la tierra!

Entonces se lee: (Isaías 11, 1-10) o (Is 9, 1-2 y 5-6) o (Is 63, 16-17 y 19) o (Is 64, 2-7). 

Is 11, 1-10
En aquel día, brotará un renuevo del tronco de Jesé,
un vástago florecerá de su raíz.
Sobre él se posará el espíritu del Señor,
espíritu de sabiduría e inteligencia,
espíritu de consejo y fortaleza,
espíritu de piedad y temor de Dios.

No juzgará por apariencias, ni sentenciará de oídas;
defenderá con justicia al desamparado
y con equidad dará sentencia al pobre;
herirá al violento con el látigo de su boca,
con el soplo de sus labios matará al impío.
Será la justicia su ceñidor, la fidelidad apretará su cintura.

Habitará el lobo con el cordero, la pantera se echará con el cabrito,
el novillo y el león pacerán juntos y un muchachito los apacentará.
La vaca pastará con la osa y sus crías vivirán juntas.
El león comerá paja con el buey.

El niño jugará sobre el agujero de la víbora;
la creatura meterá la mano en el escondrijo de la serpiente.
No harán daño ni estrago por todo mi monte santo,
porque así como las aguas colman el mar,
así está lleno el país de la ciencia del Señor.

Aquel día la raíz de Jesé se alzará como bandera de los pueblos,
la buscarán todas las naciones y será gloriosa su morada.

Al final de la lectura, el líder dice:
C: Palabra del Señor.
R/. Demos gracias a Dios.
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Lectura OPCIONAL


Is 63, 16-17. 19
Tú, Señor, eres nuestro padre y nuestro redentor;
ése es tu nombre desde siempre.
¿Por qué, Señor, nos has permitido alejarnos de tus mandamientos
y dejas endurecer nuestro corazón hasta el punto de no temerte?
Vuélvete, por amor a tus siervos, a las tribus que son tu heredad.
Ojalá rasgaras los cielos y bajaras,
estremeciendo las montañas con tu presencia.

Descendiste y los montes se estremecieron con tu presencia.
Jamás se oyó decir, ni nadie vio jamás que otro Dios, fuera de ti,
hiciera tales cosas en favor de los que esperan en él.
Tú sales al encuentro del que practica alegremente la justicia
y no pierde de vista tus mandamientos.


Al final de la lectura, el líder dice:
C: Palabra del Señor.
R/. Demos gracias a Dios.
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Con las manos juntas, el líder dice:

C: Señor nuestro Dios,
Te alabamos por tu Hijo, Jesucristo:
Él es Emmanuel, la esperanza de los pueblos,
Él es la sabiduría que nos enseña y nos guía,
Él es el Salvador de cada nación.

Señor Dios,
que tu bendición descienda sobre nosotros
ahora que encendemos las velas de esta corona.

Que la corona y su luz

Sean signos de que la promesa de Cristo 
de traernos la salvación es real.

Que llegue pronto y no demore.

Te lo pedimos por Cristo nuestro Señor.
R/. Amén.
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La bendición puede concluir con un verso de "Oh Ven, Ven, Emmanuel":

¡Oh, ven, deseo de las naciones!
une los corazones de la humanidad;
Haz que la tristeza cese
Y sé tú nuestro príncipe de la paz.
¡Alégrate! ¡goza! Emmanuel
Vendrán a ti, oh Israel.

Traducido y adaptado de: Catholic Household Blessings & Prayers

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Rito Breve para encender las velas de adviento en familia
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Primer Domingo: Llamada a la Vigilancia.

ENTRADA. 
- Se entona algún canto.

     Saludo.

G: En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.

Acto de Contrición.

G: Reconozcamos ante Dios que somos pecadores.
T: Yo confieso ante Dios todopoderoso...

LITURGIA DE LA PALABRA. 

G: Lectura del santo evangelio según san Marcos 13, 33: 

El cielo y la tierra pasarán, más mis palabras no pasarán.
En cuanto al día y la hora, no los conoce nadie,
ni los ángeles en el cielo, ni el hijo; sólo los conoce el Padre.

  ¡Estén atentos y despiertos, porque no conocen el día ni la hora!
  Lo que les digo a ustedes se lo digo a todos: ¡Estén prevenidos!

G: Palabra de Dios.
T: Te alabamos Señor. 

(Breve pausa para meditar)

Reflexión.
G: Vigilar significa estar atentos, salir al encuentro del Señor,
que quiere entrar, este año más que el pasado,
en nuestra existencia, para darle sentido total y salvarnos.


ENCENDIDO DE LA VELA. 

Oración.
G: Encendemos, Señor, esta luz,
como aquel que enciende su lámpara
para salir, en la noche, al encuentro del amigo que ya viene.
En esta primera semana de Adviento
queremos levantarnos para esperarte preparados, para recibirte con alegría.
Muchas sombras nos envuelven. Muchos halagos nos adormecen.


Queremos estar despiertos y vigilantes, porque tú traes la luz más clara, 
la paz más profunda y la alegría más verdadera. 

¡Ven, Señor Jesús! ¡Ven, Señor Jesús!

PADRE NUESTRO
G: Unidos en una sola voz digamos:
T: Padre Nuestro que estás en el cielo, santificado sea tu nombre.
          Venga a nosotros tu Reino,
          Hágase tu voluntad en el cielo como en la tierra.
     Danos hoy, nuestro pan de cada día,
          perdónanos nuestras ofensas
         como también nosotros perdonamos a quien nos ofende.
         No nos dejes caer en tentación y líbranos de todo mal. ¡Amén!

CONCLUSION
G: Ven, Señor, haz resplandecer tu rostro sobre nosotros.
T: Y seremos salvos. Amén!

ORACIÓN FINAL
G: Derrama Señor, tu gracia sobre nosotros, que,
por el anuncio del ángel, hemos conocido la encarnación de tu Hijo,
para que lleguemos por su pasión y su cruz
a la gloria de la resurrección. Por nuestro Señor Jesucristo.

T: ¡Amén!

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Segundo Domingo – La Espera Activa

ENTRADA. 
- Se entona algún canto.

     Saludo.

G: En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.

Acto de Contrición.
G: Reconozcamos ante Dios que somos pecadores.
T: Yo confieso ante Dios todopoderoso...

LITURGIA DE LA PALABRA. 

G: Lectura de la II carta de San Pedro 3,13-14:: 
“Nosotros esperamos según la promesa de Dios
cielos nuevos y tierra nueva, un mundo en que reinará la justicia.
Por eso, queridos hermanos, durante esta espera,
esfuércense para que Dios los halle sin mancha ni culpa, viviendo en paz".
 

G: Palabra de Dios.
T: Te alabamos Señor.

(Breve pausa para meditar)

Reflexión.
G: ¿Qué va a cambiar en mí, en nosotros en este Adviento?
¿ Se notará que creemos de veras en Cristo?


ENCENDIDO DE LA VELA.

 Oración.
G: Los profetas mantenían encendida la esperanza de Israel.
Nosotros, como un símbolo, encendemos estas dos velas.

El viejo tronco está rebrotando se estremece
porque Dios se ha sembrado en nuestra carne...

Que cada uno de nosotros, Señor, te abra su vida para que brotes,
para que florezcas, para que nazcas
y mantengas en nuestro corazón encendida la esperanza.
¡Ven pronto, Señor! ¡Ven, Salvador!

PADRE NUESTRO
G: Unidos en una sola voz digamos:
T: Padre Nuestro que estás en el cielo, santificado sea tu nombre.
          Venga a nosotros tu Reino,
          Hágase tu voluntad en el cielo como en la tierra.
     Danos hoy, nuestro pan de cada día,
          perdónanos nuestras ofensas
         como también nosotros perdonamos a quien nos ofende.
         No nos dejes caer en tentación y líbranos de todo mal. ¡Amén!

CONCLUSION
G: Ven, Señor, haz resplandecer tu rostro sobre nosotros.
T: Y seremos salvos. Amén!

ORACIÓN FINAL
G: Derrama Señor, tu gracia sobre nosotros, que,
por el anuncio del ángel, hemos conocido la encarnación de tu Hijo,
para que lleguemos por su pasión y su cruz
a la gloria de la resurrección. Por nuestro Señor Jesucristo.

T: ¡Amén!

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Tercer Domingo – Seamos Luz

ENTRADA. 
- Se entona algún canto.

     Saludo.

G: En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.

Acto de Contrición.
G: Reconozcamos ante Dios que somos pecadores.
T: Yo confieso ante Dios todopoderoso...

LITURGIA DE LA PALABRA. 

G: Lectura de la Primera carta a los Tesalonicenses 5,23: 
”Que el propio Dios de la paz los santifique, llevándolos a la perfección.
Guárdense enteramente, sin mancha, en todo su espíritu,
su alma y su cuerpo, hasta la venida de Cristo Jesús, nuestro Señor”.
 
G: Palabra de Dios.
T: Te alabamos Señor.

(Breve pausa para meditar)

Reflexión.
G: Los hombres de hoy no verán en persona a Cristo en esta Navidad
Pero sí verán a la Iglesia, nos verán a nosotros.
¿Habrá más luz, más amor,
más esperanza reflejada en nuestra vida para que puedan creer en El?


ENCENDIDO DE LA VELA.

Oración.
G: En las tinieblas se encendió una luz, en el desierto clamó una voz.
Se anuncia la buena noticia: ¡El Señor va a llegar!
¡Preparen sus caminos, porque ya se acerca!
Adornen su alma como una novia se engalana el día de su boda.
¡Ya llega el mensajero!
Juan Bautista no es la luz, sino el que nos anuncia la luz.

Cuando encendemos estas tres velas
cada uno de nosotros quiere ser antorcha tuya para que brilles,
llama para que calientes.

¡Ven, ¡Señor, a salvarnos, envuélvenos en tu luz,
caliéntanos en tu amor!


PADRE NUESTRO
G: Unidos en una sola voz digamos:
T: Padre Nuestro que estás en el cielo, santificado sea tu nombre.
          Venga a nosotros tu Reino,
          Hágase tu voluntad en el cielo como en la tierra.
     Danos hoy, nuestro pan de cada día,
          perdónanos nuestras ofensas
         como también nosotros perdonamos a quien nos ofende.
         No nos dejes caer en tentación y líbranos de todo mal. ¡Amén!

CONCLUSION
G: Ven, Señor, haz resplandecer tu rostro sobre nosotros.
T: Y seremos salvos. Amén!

ORACIÓN FINAL
G: Derrama Señor, tu gracia sobre nosotros, que,
por el anuncio del ángel, hemos conocido la encarnación de tu Hijo,
para que lleguemos por su pasión y su cruz
a la gloria de la resurrección. Por nuestro Señor Jesucristo.

T: ¡Amén!
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Cuarto Domingo: Humildad y Gloria = El Nacimiento de Jesús.

ENTRADA. 
- Se entona algún canto.

     Saludo.

G:
 En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.

G: Nuestro auxilio está en el nombre del Señor.
T: Que hizo el cielo y la tierra.

LITURGIA DE LA PALABRA. 


Primera Lectura
G: Lectura de la Primera carta a los Romanos 13, 13-14:
"Conduzcámonos como en pleno día, con dignidad.
Nada de comilonas y borracheras, nada de lujuria ni desenfreno,
nada de riñas ni pendencias. Vístanse del Señor Jesucristo".

G: Palabra de Dios.
T: Te alabamos Señor.

Segunda Lectura

G: Lectura de la segunda carta a los Tesalonicenses: 1, 6-7
"Es justo a los ojos de Dios pagar con alivio a ustedes, los afligidos,
y a nosotros, cuando el Señor Jesús se revele, viniendo del cielo
acompañado de sus poderosos ángeles, entre las aclamaciones
de su pueblo santo y la admiración de todos los creyentes." –

G: Palabra de Dios.
T: Te alabamos Señor.

G: Ven, Señor, y no tardes.
T: Perdona los pecados de tu pueblo.


SE ENCIENDEN LAS CUATRO VELAS

G: Bendigamos al Señor.
       Todos hacen la señal de la cruz mientras dicen: 
T: Demos gracias a Dios.


G: Lectura del Evangelio según San Lucas: 2: 6-7
Y sucedió que, mientras ellos estaban allí,
se le cumplieron los días del alumbramiento,
y dio a luz a su hijo primogénito, le envolvió en pañales
y le acostó en un pesebre, porque no tenían sitio en el alojamiento. 

G: Palabra de Dios.
T: Te alabamos Señor.
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MEDITACION
La Virgen y San José, con su fe, esperanza y caridad
salen victoriosos en la prueba. No hay rechazo, ni frío, ni oscuridad
ni incomodidad que les pueda separar del amor de Cristo que nace.

Ellos son los benditos de Dios que le reciben.
Dios no encuentra lugar mejor que aquel pesebre,
porque allí estaba el amor inmaculado que lo recibe.

Nos unimos a La Virgen y San José
con un sincero deseo de renunciar a todo
lo que impide que Jesús nazca en nuestro corazón.
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Tiempo de silencio
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Intercesiones:
G: Aguardando la venida del Señor,
     oremos confiadamente a Dios, nuestro Padre.

 
Intenciones 

1. Por la Iglesia, para que, cuando llegue el dueño de la casa,
     no la encuentre adormecida, sino velando
     y cumpliendo la tarea encomendada. Roguemos al Señor. 

2. Por los gobernantes, para que no cierren sus oídos a las legítimas
     y siempre crecientes aspiraciones de sus pueblos. Roguemos al Señor.
 

3. Por los que viven sin sentido, para que descubran en su vida
     a Dios que viene a nosotros. Roguemos al Señor.
 

4. Por nosotros, aquí reunidos,
     para que, adhiriéndonos a él, como nos dice el profeta,
     nuestra esperanza no decaiga. Roguemos al Señor.

 5. Por nuestras necesidades y nuestras intenciones
     para que el Dios de la Vida que viene, nos obtenga los favores
     que necesitamos para mejorar. Roguemos al Señor.

 Oración:
G: Muéstranos, Señor, tu misericordia y danos tu salvación.
     Por Jesucristo, nuestro Señor.
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Padre Nuestro / Ave María.
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ORACIÓN FINAL
G: Derrama Señor, tu gracia sobre nosotros, que,
por el anuncio del ángel, hemos conocido la encarnación de tu Hijo,
para que lleguemos por su pasión y su cruz
a la gloria de la resurrección. Por nuestro Señor Jesucristo.

T: ¡Amén!
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Celebración de la Corona de Adviento analizando la presencia de Jesucristo y sus enseñanzas en la vida familiar
Consulta también el artículo de la Corona de Adviento de P. Alberto Ramírez Mozqueda

jueves, 26 de noviembre de 2020

Liturgia de las Horas en lenguaje Latinoamericano - San Columbano - laudes y vísperas

San Columbano - Abad, memoria libre- Común de santos pastores. Salterio I en Lenguaje Latinoamericano
Nació en Irlanda, en la primera mitad del siglo VI, y se instruyó en las ciencias sagradas y profanas. Habiendo abrazado la vida monástica, se trasladó a Francia y fundó varios monasterios, que gobernó con una rígida disciplina. Obligado a exiliarse, marchó a Italia, donde fundó el monasterio de Bobbio. Murió el año 615, después de haber llevado una vida ejemplar como cristiano y como religioso.

LAUDES (Oración de la mañana)

† INVITATORIO
(Si Laudes no es la primera oración del día se sigue el esquema del Invitatorio explicado en el Oficio de Lectura)

V. Señor abre mis labios
R. Y mi boca proclamará tu alabanza

V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.          
R. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. ¡Amén! ¡Aleluya!
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Ant. Den gracias al Señor, porque es eterna su misericordia.

Salmo 94: Invitación a la Alabanza Divina
Anímense los unos a los otros, día tras día, mientras dure este «hoy» (Hb 3,13)

Vengan, aclamemos al Señor,
demos vítores a la Roca que nos salva;
entremos a su presencia dándole gracias,
aclamándolo con cantos.

Porque el Señor es un Dios grande, soberano de todos los dioses:
tiene en su mano las simas de la tierra,
son suyas las cumbres de los montes; suyo es el mar, porque él lo hizo,
la tierra firme que modelaron sus manos.

Vengan, postrémonos por tierra, bendiciendo al Señor, creador nuestro.
Porque él es nuestro Dios, y nosotros su pueblo, el rebaño que él guía.

Ojalá escuchen hoy su voz: «No endurezcan el corazón como en Meribá,
como el día de Masá en el desierto; cuando sus padres me pusieron a prueba
y dudaron de mí, aunque habían visto mis obras.

Durante cuarenta años aquella generación me repugnó, y dije:
Es un pueblo de corazón extraviado, que no reconoce mi camino;
por eso he jurado en mi cólera que no entrarán en mi descanso»

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. ¡Amén!

Ant. Den gracias al Señor, porque es eterna su misericordia.
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Himno: Cristo, cabeza, rey de los pastores

Cristo, cabeza, rey de los pastores,
el pueblo entero, madrugando a fiesta,
canta a la gloria de tu sacerdote
himnos sagrados.

Con abundancia de sagrado crisma,
la unción profunda de tu Santo Espíritu
le armó guerrero
y le nombró en la Iglesia jefe del pueblo.

Él fue pastor y forma del rebaño,
luz para el ciego, báculo del pobre,
padre común,
presencia providente,
todo de todos.

Tú que coronas sus merecimientos,
danos la gracia de imitar su vida,
y al fin, sumisos a su magisterio,
danos su gloria. ¡Amén!
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SALMODIA
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Ant 1.
Aceptarás los sacrificios, ofrendas y holocaustos, sobre tu altar, Señor.

Salmo 50 - Confesión del pecador arrepentido
Renuévense en la mente y en el espíritu y vístanse de la nueva condición humana (Ef 4,23-24)

Misericordia, Dios mío, por tu bondad; por tu inmensa compasión
borra mi culpa; lava del todo mi delito, limpia mi pecado.

Pues yo reconozco mi culpa, tengo siempre presente mi pecado:
contra ti, contra ti solo pequé, cometí la maldad que aborreces.

En la sentencia tendrás razón, en el juicio brillará tu rectitud.
Mira, que en la culpa nací, pecador me concibió mi madre.

Te gusta un corazón sincero, y en mi interior me inculcas sabiduría.
Rocíame con el hisopo: quedaré limpio;
lávame: quedaré más blanco que la nieve.

Hazme oír el gozo y la alegría, que se alegren los huesos quebrantados.
Aparta de mi pecado tu vista, borra en mí toda culpa.

¡Oh Dios!, crea en mí un corazón puro, renuévame por dentro con espíritu firme;
no me arrojes lejos de tu rostro, no me quites tu santo espíritu.

Devuélveme la alegría de tu salvación, afiánzame con espíritu generoso:
enseñaré a los malvados tus caminos, los pecadores volverán a ti.

Líbrame de la sangre, ¡oh Dios, Dios, Salvador mío!,
y cantará mi lengua tu justicia.
Señor, me abrirás los labios, y mi boca proclamará tu alabanza.

Los sacrificios no te satisfacen; si te ofreciera un holocausto, no lo querrías.
Mi sacrificio es un espíritu quebrantado:
un corazón quebrantado y humillado tú no lo desprecias.

Señor, por tu bondad, favorece a Sión, reconstruye las murallas de Jerusalén:
entonces aceptarás los sacrificios rituales,
ofrendas y holocaustos, sobre tu altar se inmolarán novillos.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. ¡Amén!

Ant. Aceptarás los sacrificios, ofrendas y holocaustos, sobre tu altar, Señor.
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Ant 2. Con el Señor triunfará y se gloriará la estirpe de Israel.

Cántico Is 45, 15-25: Que los pueblos todos se conviertan al Señor.
Al nombre de Jesús toda rodilla se doble (Flp 2,10)

Es verdad: tú eres un Dios escondido, el Dios de Israel, el Salvador.
Se avergüenzan y se sonrojan todos por igual,
se van avergonzados los fabricantes de ídolos;
mientras el Señor salva a Israel con una salvación perpetua,
para que no se avergüencen ni se sonrojen nunca jamás.

Así dice el Señor, creador del cielo - él es Dios -,
él modeló la tierra, la fabricó y la afianzó; no la creó vacía,
sino que la formó habitable: «Yo soy el Señor y no hay otro.»

No te hablé a escondidas, en un país tenebroso,
no dije a la estirpe de Jacob: «Búsquenme en el vacío.»

Yo soy el Señor que pronuncia sentencia y declara lo que es justo.
Reúnanse, vengan, acérquense juntos, supervivientes de las naciones.
No discurren los que llevan su ídolo de madera,
y rezan a un dios que no puede salvar.

Declaren, aduzcan pruebas, que deliberen juntos:
¿Quién anunció esto desde antiguo,
quién lo predijo desde entonces?
¿No fui yo, el Señor? - No hay otro Dios fuera de mí -.

Yo soy un Dios justo y salvador, y no hay ninguno más.

Vuélvanse hacia mí para salvarlos, confines de la tierra,
pues yo soy Dios y no hay otro.

Yo juro por mi nombre, de mi boca sale una sentencia,
una palabra irrevocable: «Ante mí se doblará toda rodilla,
por mí jurará toda lengua»
,
dirán: «Sólo el Señor tiene la justicia y el poder.»

A él vendrán avergonzados los que se enardecían contra él,
con el Señor triunfará y se gloriará la estirpe de Israel.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. ¡Amén!

Ant. Con el Señor triunfará y se gloriará la estirpe de Israel.
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Si se ha rezado este salmo en el invitatorio, se reemplaza por el Salmo 94 que se transcribe a continuación de éste.

Ant 3. Entren en la presencia del Señor con aclamaciones.

Salmo 99 - Alegría de los que entran en el Templo.
El Señor manda que los redimidos entonen un himno de victoria (S. Atanasio)

Aclama al Señor, tierra entera,
sirvan al Señor con alegría,
entren en su presencia con aclamaciones.

Sepan que el Señor es Dios:
que él nos hizo y somos suyos,
su pueblo y ovejas de su rebaño.

Entren por sus puertas con acción de gracias,
por sus atrios con himnos,
dándole gracias y bendiciendo su nombre:

«El Señor es bueno,
su misericordia es eterna,
su fidelidad por todas las edades.»

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. ¡Amén!

Ant. Entren en la presencia del Señor con aclamaciones.
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LECTURA BREVE   Hb 13,7-9a

Acuérdense de sus dirigentes, que les anunciaron la palabra de Dios;
fíjense en el desenlace de su vida e imiten su fe.
Jesucristo es el mismo ayer y hoy y siempre.
No se dejen arrastrar por doctrinas complicadas y extrañas.

RESPONSORIO BREVE

V. Sobre tus murallas, Jerusalén, he colocado centinelas.
R. Sobre tus murallas, Jerusalén, he colocado centinelas.

V. Ni de día ni de noche dejarán de anunciar el nombre del Señor.
R. He colocado centinelas.

V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. Sobre tus murallas, Jerusalén, he colocado centinelas.
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CÁNTICO EVANGÉLICO

Ant. No serán ustedes los que hablen, el Espíritu de su Padre hablará por ustedes.

Cántico de Zacarías Lc 1, 68-79. El Mesías y su Precursor
(se hace la señal de la cruz mientras se comienza a recitar)      

Bendito sea el Señor, Dios de Israel,
porque ha visitado y redimido a su pueblo.
suscitándonos una fuerza de salvación
en la casa de David, su siervo,
según lo había predicho desde antiguo
por boca de sus santos profetas:

Es la salvación que nos libra de nuestros enemigos
y de la mano de todos los que nos odian;
ha realizado así la misericordia que tuvo con nuestros padres,
recordando su santa alianza
y el juramento que juró a nuestro padre Abraham.

Para concedernos que, libres de temor,
arrancados de la mano de los enemigos,
le sirvamos con santidad y justicia,
en su presencia, todos nuestros días.

Y a ti, niño, te llamarán Profeta del Altísimo,
porque irás delante del Señor
a preparar sus caminos,
anunciando a su pueblo la salvación,
el perdón de sus pecados.

Por la entrañable misericordia de nuestro Dios,
nos visitará el sol que nace de lo alto,
para iluminar a los que viven en tiniebla
y en sombra de muerte,
para guiar nuestros pasos
por el camino de la paz.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. ¡Amén!

Ant. No serán ustedes los que hablen, el Espíritu de su Padre hablará por ustedes.
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PRECES

Demos gracias a Cristo, el buen Pastor que entregó la vida por sus ovejas,
y supliquémosle, diciendo:

R./ Apacienta a tu pueblo, Señor

Señor Jesucristo, que en los santos pastores
nos has revelado tu misericordia y tu amor,
- haz que por ellos continúe llegando a nosotros tu acción misericordiosa.

Señor Jesucristo, que a través de los santos pastores
sigues siendo el único pastor de tu pueblo,
- no dejes de guiarnos siempre por medio de ellos.

Señor Jesucristo, que por medio de los santos pastores
eres el médico de los cuerpos y de las almas,
- haz que nunca falten a tu Iglesia
  los ministros que nos guíen por las sendas de una vida santa.


Señor Jesucristo que has adoctrinado a la Iglesia
con la prudencia y el amor de los santos,
- haz que, guiados por nuestros pastores, progresemos en la santidad.

Se pueden añadir algunas intenciones libres (ver las intenciones del Santo Padre para este mes de noviembre)

Ya que somos hijos de Dios, oremos a nuestro Padre como Cristo nos enseñó:

Padre nuestro...

ORACIÓN
Señor, Dios nuestro, que has unido de modo admirable
en el abad san Columbano la tarea de la evangelización
y el amor a la vida monástica, concédenos, por su intercesión y su ejemplo,
que te busquemos a ti sobre todas las cosas
y trabajemos por la propagación de tu reino.

Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo,
que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo
y es Dios por los siglos de los siglos. ¡Amén!
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CONCLUSIÓN
Si el que preside no es un ministro ordenado, o en el rezo individual:

† (se hace la señal de la cruz mientras se dice:)

V. El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna.
R. ¡Amén!

(Fórmula larga)
Si el que preside es un ministro ordenado, utiliza una de estas dos fórmulas finales:

V/. El Señor esté con ustedes.
R/. ¡Y con tu espíritu!

V/. La paz de Dios, que sobrepasa todo juicio,
       custodie sus corazones y sus pensamientos
       en el conocimiento y el amor de Dios y de su Hijo Jesucristo, nuestro Señor.
R/. ¡Amén!

V/. Y la bendición de Dios todopoderoso,
       Padre, Hijo
y Espíritu Santo, descienda sobre ustedes.
R/. ¡Amén!


(Fórmula breve)

V/. El Señor esté con ustedes.
R/. ¡Y con tu espíritu!

V/. Y la bendición de Dios todopoderoso,
       Padre, Hijo
y Espíritu Santo, descienda sobre ustedes.
R/. ¡Amén!

Si se despide a la asamblea se añade:

V/. Pueden ir en paz.
R/. ¡Demos gracias a Dios!
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San Columbano - Abad, memoria libre- Común de santos pastores. Salterio I
Nació en Irlanda, en la primera mitad del siglo VI, y se instruyó en las ciencias sagradas y profanas. Habiendo abrazado la vida monástica, se trasladó a Francia y fundó varios monasterios, que gobernó con una rígida disciplina. Obligado a exiliarse, marchó a Italia, donde fundó el monasterio de Bobbio. Murió el año 615, después de haber llevado una vida ejemplar como cristiano y como religioso.
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I VÍSPERAS - (Oración de la tarde)

INVOCACIÓN INICIAL

V. Dios mío, ven en mi auxilio
R. Señor, date prisa en socorrerme.

V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. Como era en el principio, ahora y siempre,
     por los siglos de los siglos. ¡Amén!


Himno: Cantemos al Señor con alegría

Cantemos al Señor con alegría,
unidos a la voz del Pastor santo;
demos gracias a Dios, que es luz y guía,
solícito pastor de su rebaño.

Es su voz y su amor el que nos llama
en la voz del pastor que él ha elegido,
es su amor infinito el que nos ama
en la entrega y amor de este otro cristo.

Conociendo en la fe su fiel presencia,
hambrientos de verdad y luz divina,
sigamos al pastor que es providencia
de pastos abundantes que son vida.

Apacienta, Señor, guarda a tus hijos,
manda siempre a tu mies trabajadores;
cada aurora, a la puerta del aprisco,
nos aguarde el amor de tus pastores. ¡Amén!

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SALMODIA
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Ant 1. Les daré pastores conforme a mi corazón,
            que los apacienten con ciencia y doctrina.


Salmo 112 - alabado sea el nombre del Señor
Derriba del trono a los poderosos y enaltece a los humildes. (Lc 1, 52)

Alaben, siervos del Señor,
alaben el nombre del Señor.
Bendito sea el nombre del Señor,
ahora y por siempre:
de la salida del sol hasta su ocaso,
alabado sea el nombre del Señor.

El Señor se eleva sobre todos los pueblos,
su gloria sobre los cielos.
¿Quién como el Señor Dios nuestro,
que se eleva en su trono
y se abaja para mirar
al cielo y a la tierra?

Levanta del polvo al desvalido,
alza de la basura al pobre,
para sentarlo con los príncipes,
los príncipes de su pueblo;
a la estéril le da un puesto en la casa,
como madre feliz de hijos.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio,
ahora y siempre, por los siglos de los siglos. ¡Amén!


Ant. Les daré pastores conforme a mi corazón,
        que los apacienten con ciencia y doctrina.
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Ant 2. Yo mismo apacentaré mis ovejas;
            buscaré a las perdidas y haré volver a las descarriadas.


Salmo 145 - Felicidad de los que esperan en Dios.
Alabemos al Señor mientras vivimos, es decir, con nuestras obras. (Arnobio)

Alaba, alma mía, al Señor:
alabaré al Señor mientras viva,
tañeré para mi Dios mientras exista.

No confíen en los príncipes,
seres de polvo que no pueden salvar;
exhalan el espíritu y vuelven al polvo,
ese día perecen sus planes.

Dichoso a quien auxilia el Dios de Jacob,
el que espera en el Señor, su Dios,
que hizo el cielo y la tierra,
el mar y cuanto hay en él;

que mantiene su fidelidad perpetuamente,
que hace justicia a los oprimidos,
que da pan a los hambrientos.

El Señor liberta a los cautivos,
el Señor abre los ojos al ciego,
el Señor endereza a los que ya se doblan,
el Señor ama a los justos,

el Señor guarda a los peregrinos;
sustenta al huérfano y a la viuda
y trastorna el camino de los malvados.

El Señor reina eternamente,
tu Dios, Sión, de edad en edad.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. ¡Amén!

Ant. Yo mismo apacentaré mis ovejas;
        buscaré a las perdidas y haré volver a las descarriadas.
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Ant 3. El buen pastor da su vida por las ovejas.

Cántico Ef 1, 3-10: Plan Divino de la Salvación

Bendito sea Dios,
Padre de nuestro Señor Jesucristo,
que nos ha bendecido en la persona de Cristo
con toda clase de bienes espirituales y celestiales.

Él nos eligió en la persona de Cristo,
antes de crear el mundo,
para que fuésemos consagrados
e irreprochables ante él por el amor.

Él nos ha destinado en la persona de Cristo,
por pura iniciativa suya,
a ser sus hijos,
para que la gloria de su gracia,
que tan generosamente nos ha concedido
en su querido Hijo,
redunde en alabanza suya.

Por este Hijo, por su sangre,
hemos recibido la redención,
el perdón de los pecados.
El tesoro de su gracia, sabiduría y prudencia
ha sido un derroche para con nosotros,
dándonos a conocer el misterio de su voluntad.

Éste es el plan
que había proyectado realizar por Cristo
cuando llegase el momento culminante:
hacer que todas las cosas
tuviesen a Cristo por cabeza,
las del cielo y las de la tierra.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. ¡Amén!

Ant. El buen pastor da su vida por las ovejas.
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LECTURA BREVE   1 Pe 5, 1-4

A los presbíteros en esa comunidad, yo, presbítero como ellos,
testigo de los sufrimientos de Cristo y partícipe de la gloria que va a descubrirse, los exhorto: Sean pastores del rebaño de Dios a su cargo,
gobernándolo, no a la fuerza, sino de buena gana, como Dios quiere,
no por sórdida ganancia, sino con generosidad,
no como dominadores sobre la heredad de Dios,
sino convirtiéndose en modelos del rebaño.
Y, cuando aparezca el supremo Pastor,
recibirán la corona de gloria que no se marchita.

RESPONSORIO BREVE (Fuera del tiempo pascual)

V. Sacerdotes del Señor, bendigan al Señor.
R. Sacerdotes del Señor, bendigan al Señor.

V. Santos y humildes de corazón, alabad a Dios.
R. Bendigan al Señor.

V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. Sacerdotes del Señor, bendigan al Señor.

RESPONSORIO BREVE (Tiempo pascual)

V. Sacerdotes del Señor, bendigan al Señor. ¡Aleluya, aleluya!
R. Sacerdotes del Señor, bendigan al Señor. ¡Aleluya, aleluya!

V. Santos y humildes de corazón, alaben a Dios.
R. ¡Aleluya, aleluya!

V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. Sacerdotes del Señor, bendigan al Señor. ¡Aleluya, aleluya!
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CÁNTICO EVANGÉLICO

Para un santo Papa u obispo:

Ant. Sacerdote del Altísimo, modelo de virtudes,
         pastor bueno del pueblo, tú agradaste al Señor. (T. P. Aleluya.)

Para un santo presbítero:

Ant. Me he hecho todo para todos, para salvarlos a todos. (T. P. Aleluya.)

Cántico de María Lc 1, 46-55. Alegría del alma en el Señor

Proclama mi alma la grandeza del Señor,
se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador;
porque ha mirado la humillación de su esclava.

Desde ahora me felicitarán todas las generaciones,
porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí:
su nombre es santo,
y su misericordia llega a sus fieles
de generación en generación.

El hace proezas con su brazo:
dispersa a los soberbios de corazón,
derriba del trono a los poderosos
y enaltece a los humildes,
a los hambrientos los colma de bienes
y a los ricos los despide vacíos.

Auxilia a Israel, su siervo,
acordándose de su misericordia
-como lo había prometido a nuestros padres-
en favor de Abraham y su descendencia por siempre.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. ¡Amén!

Para un santo Papa u obispo:

Ant. Sacerdote del Altísimo, modelo de virtudes,
         pastor bueno del pueblo, tú agradaste al Señor. (T. P. Aleluya.)

Para un santo presbítero:

Ant. Me he hecho todo para todos, para salvarlos a todos. (T. P. Aleluya.)
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PRECES

Glorifiquemos a Cristo, constituido pontífice en favor de los hombres
en lo que se refiere a Dios, y supliquémosle humildemente diciendo:

R./ Salva a tu pueblo, Señor.

Tú que por medio de pastores santos y eximios has glorificado a tu Iglesia,
- haz que todos los cristianos resplandezcan por su virtud.

Tú que por la oración de los santos pastores, que a semejanza de Moisés
oraban por el pueblo, perdonaste los pecados de tus fieles,
- purifica y santifica también ahora a la santa Iglesia
  por la intercesión de los santos.


Tú que de entre los fieles elegiste a los santos pastores
y, por tu Espíritu, los consagraste como ministros en bien de sus hermanos,
- llena también de tu Espíritu a todos los pastores del pueblo de Dios.

Tú que fuiste la heredad de los santos pastores,
- no permitas que ninguno de los que fueron adquiridos por tu sangre
   viva alejado de ti.


Se pueden añadir algunas intenciones libres

Tú que por medio de los pastores de la Iglesia das la vida eterna a tus ovejas para que nadie las arrebate de tu mano,
- salva a los difuntos, por quienes entregaste tu vida.

Digamos juntos la oración que Cristo nos enseñó como modelo de toda oración:
Padre nuestro...

ORACIÓN
Señor, Dios nuestro, que has unido de modo admirable
en el abad san Columbano la tarea de la evangelización
y el amor a la vida monástica, concédenos, por su intercesión y su ejemplo,
que te busquemos a ti sobre todas las cosas
y trabajemos por la propagación de tu reino.

Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo,
que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo
y es Dios por los siglos de los siglos. ¡Amén!
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ORACIÓN:
Para un santo misionero:

Dios y Señor nuestro, que con tu amor hacia los hombres
quisiste que San Columbano anunciara a los pueblos
la riqueza insondable que es Cristo, concédenos, por su intercesión,
crecer en el conocimiento del misterio de Cristo y vivir siempre
según las enseñanzas del Evangelio, fructificando con toda clase
de buenas obras. Por nuestro Señor Jesucristo. tu Hijo. ¡Amén!

Para un santo pastor:
Señor, luz de los fieles y pastor de las almas, tú que elegiste a San Columbano (obispo) para que, en la Iglesia, apacentara tus ovejas con su palabra
y las iluminara con su ejemplo, te pedimos que, por su intercesión,
nos concedas perseverar en la fe que él nos enseñó con su palabra y seguir
el camino que nos mostró con su ejemplo. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo.

O bien:
Señor, tú que diste a san N. la abundancia del espíritu de verdad y de amor para que fuera un buen pastor de tu pueblo, concede a cuantos celebramos hoy su fiesta adelantar en la virtud, imitando sus ejemplos, y sentirnos protegidos con su valiosa intercesión. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo.
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CONCLUSIÓN 
Si el que preside no es un ministro ordenado, o en el rezo individual:

V. El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna.
R. ¡Amén!

(Fórmula breve)
Si el que preside es un ministro ordenado, utiliza una de estas dos fórmulas finales:

V/. El Señor esté con ustedes.
R/. ¡Y con tu espíritu!

V/. Y la bendición de Dios todopoderoso,
       Padre, Hijo
y Espíritu Santo, descienda sobre ustedes.
R/. ¡Amén!

Si se despide a la asamblea se añade:

V/. Pueden ir en paz.
R/. ¡Demos gracias a Dios!