miércoles, 30 de noviembre de 2016

Oración de San Columbano abad

SEÑOR JESUCRISTO, DULCÍSIMO SALVADOR NUESTRO.


Señor Jesucristo,
dulcísimo Salvador nuestro,
dígnate encender tú mismo nuestras lámparas
para que brillen sin cesar en tu templo
y de ti, que eres la luz perenne,
reciban ellas la luz indeficiente
con la cual se ilumine nuestra oscuridad
y se alejen de nosotros las tinieblas del mundo.

Te ruego, Jesús mío,
que con tu resplandor,
enciendas tan intensamente mi lámpara
que, a la luz de una claridad tan intensa,
pueda contemplar el santo de los santos
que está en el interior de aquel gran templo,
en el cual tú,
Pontífice eterno de los bienes eternos,
has penetrado;
que allí, Señor, te contemple continuamente
y pueda así desearte, amarte y quererte
solamente a ti,
para que mi lámpara, en tu presencia,
esté siempre luciente y ardiente.

Te pido, Salvador amantísimo,
que te manifiestes a nosotros,
que llamamos a tu puerta,
para que, conociéndote,
te amemos sólo a ti y únicamente a ti;
que seas tú nuestro único deseo,
que día y noche meditemos sólo en ti
y en ti únicamente pensemos.

Alumbra en nosotros
un amor inmenso hacia ti,
cual corresponde a la caridad
con la que Dios debe ser amado y querido;
que esta nuestra dilección hacia ti
invada todo nuestro interior y nos penetre totalmente,
y hasta tal punto inunde todos nuestros sentimientos
que nada podamos ya amar fuera de ti, el único eterno.

Así,
por muchas que sean las aguas de la tierra y del firmamento
nunca llegarán a extinguir en nosotros la caridad,
según aquello que dice la Escritura:
Las aguas torrenciales no podrían apagar el amor.

Que esto llegue a realizarse,
al menos parcialmente,
por don tuyo,
Señor Jesucristo,
a quien pertenece la gloria
por los siglos de los siglos.
Amén.

sábado, 13 de agosto de 2016

Oración contra la tentación


Heme aquí, oh mi Dios,
a tus pies! derrotado y afigido.

Yo no merezco Tu Misericordia,
pero: ¡Oh, mi Redentor,
la sangre que has derramado por mí
me anima y me obliga
a esperar por ella.

Cuántas veces te he ofendido,
me arrepentí, y sin embargo,
de nuevo he caído en el mismo pecado.

¡Oh, mi Dios, me gustaría cambiar,
y para serte fiel,
voy a poner toda mi confianza en Ti.

Cada vez que me sienta tentado,
voy a recurrir al instante a Ti.

Hasta ahora, he confiado
en mis propias promesas y resoluciones
y he descuidado recurrir a Ti
en mis tentaciones.
Esta ha sido la causa de mis repetidos fracasos.

             En Fil. 4, 4-8 La sagrada escritura nos dice:
Estén siempre alegres en el Señor; 

se lo repito, estén alegres y den a todos
muestras de un espíritu muy abierto.
El Señor está cerca.
No se inquieten por nada;
antes bien, en toda ocasión
presenten sus peticiones a Dios
y junten la acción de gracias a la súplica.

Y la paz de Dios,
que es mayor de lo que se puede imaginar,
les guardará sus corazones
y sus pensamientos en Cristo Jesús.

Por lo demás, hermanos,
fíjense en todo lo que encuentren
de verdadero, noble, justo, limpio;
en todo lo que es fraternal y hermoso;
en todos los valores morales
que merecen alabanza.


Desde hoy en adelante, 
se Tú, oh Señor,
mi fortaleza, 
y con esto podré hacer 
todas las cosas mejor, 
porque: 
"Todo lo puedo en Cristo que me fortalece." (Fil 4, 13) Amén.

Todopoderoso y Misericordioso Dios, gracias por oír mi oración;
y liberar mi corazón de las tentaciones de los malos pensamientos.

Que mi cuerpo pueda llegar a ser un hogar digno para Tu Espíritu Santo.

viernes, 12 de agosto de 2016

Rosario de Sanación, reflexiones cortas



Los Misterios de Sanación



1. La curación del paralítico Mc, 2: 1-12

Por los enfermos de huesos y músculos
Cuatro hombres le trajeron un paralítico que llevaban tendido en una camilla.
Como no podían acercarlo a Jesús a causa de la multitud,
levantaron el techo donde él estaba
y por el boquete bajaron al enfermo en su camilla. 
Al ver la fe de aquella gente, Jesús dijo al paralítico:
"Hijo, se te perdonan tus pecados."
…"Levántate, toma tu camilla y vete a tu casa." 
El hombre se levantó, y ante los ojos de toda la gente,
cargó con su camilla y se fue.  


Es obvio que hubo mucha fe en esos hombres
que se tomaron la molestia 
de bajar al paralítico por el techo.
El no sólo recibió la curación física, 
sino también la espiritual.



Por eso, 
pido a Dios que yo 
y la persona por la que estamos orando
podamos tener la curación física y espiritual.








2. La curación del epiléptico endemoniado Mc 9, 17-29

por los enfermos emocionales y mentales
17 "Maestro, te he traído a mi hijo, que tiene un espíritu mudo.
18 En cualquier momento el espíritu se apodera de él, lo tira al suelo
y el niño echa espuma por la boca, rechina los dientes y se queda rígido.  

21 Entonces Jesús preguntó al padre: "¿Desde cuándo le pasa esto?"  22 Le contestó: "Desde niño. Si puedes hacer algo, ten compasión de nosotros y ayúdanos."
23 Jesús le dijo: "¿Por qué dices "si puedes"? Todo es posible para el que cree."  

24 Al instante el padre gritó: "Creo, ¡pero ayuda mi poca fe!" 
25Jesús dijo al espíritu malo: "Espíritu sordo y mudo, yo te lo ordeno:
sal del muchacho y no vuelvas a entrar en él."
26
El espíritu malo gritó y sacudió violentamente al niño;
después, dando un terrible chillido, se fue. El muchacho quedó como muerto. 
27 Pero Jesús lo tomó de la mano y le ayudó a levantarse,
y el muchacho se puso de pie.
29"Esta clase de demonios no puede echarse sino mediante la oración.


Frente a las cosas que parecen imposibles y que escapan de nuestras manos, 
estamos llamados a tener fe , a pedir y a orarcon más insistencia.

Por eso, pido a Dios que yo y la persona por la que oramos
tengamos más fe en Dios,
y para que Dios nos libere de todos los espíritus malos.



3.      La curación de los diez leprosos Lc 17: 11-19

por los enfermos de la piel y de cancer
 11 De camino a Jerusalén, Jesús pasaba por los confines entre Samaria y Galilea,
12 y al entrar en un pueblo, le salieron al encuentro diez leprosos.
Se detuvieron a cierta distancia  13 y gritaban:
"Jesús, Maestro, ten compasión de nosotros."
14 Jesús les dijo: "Vayan y preséntense a los sacerdotes."
15 Mientras iban quedaron sanos. Uno de ellos, al verse sano,
volvió de inmediato alabando a Dios en alta voz, 
16 y se echó a los pies de Jesús con el rostro en tierra, dándole las gracias. 
Era un samaritano.
 19 Y Jesús
le dijo: "Levántate y vete; tu fe te ha salvado. 

El samaritano es el único de los diez que después de ser sanado
volvió a dar gracias a Jesús.
Él no era Judío y, sin embargo, se curó.
Hay otras historias de gentiles que se curaron: -
La hija de la mujer siro fenicia que era pagana.
Hay que recordar que Dios no discrimina por motivos de raza, religión, etc. 
Él ama a todos. También debemos recordar siempre dar gracias.

Por eso, ruego a Dios que yo y la persona por la que oramos 
siempre podamos dar gracias por lo que tenemos ahora y en el futuro.


4.    La curación de la suegra de Pedro Mt 8, 14-19

por las mujeres maltratadas y heridas


 
14 Jesús fue a casa de Pedro; allí encontró a la suegra de éste en cama, con fiebre.   15Jesús le tocó la mano y se le pasó la fiebre. Ella se levantó y comenzó a atenderle.
16
Al atardecer le llevaron muchos endemoniados.
Él expulsó a los espíritus malos con una sola palabra,
y sanó también a todos los enfermos.  
17 Así se cumplió lo que había anunciado el profeta Isaías:
Él tomó nuestras debilidades y cargó con nuestras enfermedades.



La actitud de Jesús ante la suegra de Simón es muy novedosos. 
En primer lugar, un rabino nunca se habría dignado acercarse a una mujer 
y tomarla de la mano para devolverle la salud,
ni tampoco tocar enfermos. 
Un rabino jamás se habría dejado servir por una mujer. 
Jesús no solamente pone en cuestión estas reglas rabínicas, 
sino que invierte todos los presupuestos de las relaciones sociales, 
dando al "servicio" un nuevo estilo y un nuevo contenido.

Por eso, ruego a Dios que yo y la persona por la que oramos 
podamos ser siempre servidores confiados y agradecidos.





5.      Jesús sana a Malcus, el sirviente del Sumo Sacerdote Lc 22: 50-51 (Jn 18, 10-11)            por los enfermos de violencia


 50 Y uno de ellos hirió al servidor del sumo sacerdote cortándole la oreja derecha.   
51 Pero Jesús le dijo: "¡Basta ya!" 
Y tocando la oreja del hombre, lo sanó.


Este es el último milagro de Jesús antes de morir.
Él sana a alguien víctima de la violencia; 
a pesar de que está a punto de ser torturado y asesinado con violencia y crueldad. 
Al hacerlo, 
muestra que la paz debe ser siempre la opción 
de todo hijo e hija de Dios que aspira a compartir su Reino en los cielos.

Por eso, 
ruego a Dios que yo 
y la persona por la que estamos rezando 
podamos siempre saber que Jesucristo sufrió por nosotros 
y está dispuesto a sanarnos si se encuentra 
dentro del plan de Dios para nuestra salvación eterna.








ORACIÓN PARA SANAR EL CUERPO Y EL ALMA

Padre Santo,
en el nombre de Jesucristo
y con la intercesion de la Santísima Virgen María,
de los Santos Arcángeles y Ángeles
y de los Santos y Santas, y las almas del purgatorio
ponemos ante ti a todos los hermanos y hermanas
enfermos en el alma, la mente;
en el cuerpo y el espíritu.

Padre Bueno
Te pido por ellos y ellas, y también por mi,
para que por tu dulce e infinita misericordia
sanes toda nuestra dolencia física, mental y espiritual. 
Líbranos de todo resentimiento, tristeza y rechazo,
también de toda falta de amor, soledad y depresión.

Padre Fiel
Que tu Santo Espíritu me ayude a recuperar
La esperanza y la fe que a veces pierdo
por mi desesperación e impaciencia.
Que su fuerza me toque, me renueve y fortalezca
para superar alegre
este difícil momento que vivo.

Padre Bendito,
Confío en tu poder y misericordia
que sana y libera,
Creo que en Jesús
se cumplen todas tus promesas.
Que como la mujer del evangelio escuche hoy
las palabras de tu Hijo Jesús:
“Ánimo hija, tu fe te ha curado”
(Mt 9, 22)
y sana con poder mi cuerpo y alma.

Padre Cariñoso,
Que nunca deje de ser agradecido,
Que siempre desee que tu santa voluntad
se haga en mi. y que en el Santo Nombre
de Jesús y por el ruego amoroso de María,
su Madre y mi madre, esta enfermedad
o dolencia que me aqueja desaparezca.

Dios Uno y Trino
Te lo pido en humilde y confiada súplica
desde lo hondo de mi corazón.
Porque solo tú eres Dios, Solo tú Altísimo
Que con el Espíritu Santo y tu Hijo Jesús
Vives y reinas, por los siglos de los siglos.
Amén.


Preparado por: Padre Diego Cabrera Rojas, ssc
Sacerdote Misionero de San Columbano
Norwak, California 2013.