domingo, 5 de abril de 2020

Celebración de la Palabra en Familia - Domingo de Ramos


Celebración de la Palabra – Domingo de Ramos

Debido a las medidas sanitarias vigentes, seguimos ofreciendo una celebración de la Palabra
que permitirá santificar el domingo, solo o en familia.

Si es posible, antes de la celebración se dispondrá de una simple cruz o un crucifijo
visible en la sala de estary se encenderán una o varias velas.
Se puede colocar también una imagen o cuadro de la Virgen María.
En familia, se elegirá quién guía la oración, y se repartirán las lecturas antes de la celebración.

Guía:
En este Domingo de Ramos, circunstancias excepcionales
nos impiden participar en la celebración de la Eucaristía.
Sin embargo, sabemos que cuando nos reunimos en su nombre,
Jesucristo está presente en medio de nosotros.
Y recordamos que cuando se lee la Escritura en la Iglesia,
es el Verbo mismo de Dios quien nos habla.

El relato de la pasión es la gran palabra de amor
que el Padre pronuncia sobre todos nosotros:
«No ahorró a su propio Hijo, sino que lo entregó por nosotros».

Durante esta celebración, rezaremos especialmente
para que cese la pandemia que amenaza al mundo,
por los enfermos y los que han muerto, por sus amigos y sus familiares,
y por todos aquellos que trabajan al servicio de los demás 
en la lucha contra este flagelo.

En el umbral de la Semana Santa,
fijemos intensamente nuestra mirada en Jesucristo Redentor.
Preparémonos ahora a abrir nuestros corazones, guardando un momento de silencio.
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Signo de la cruz. Después de un tiempo de silencio, todos se levantan y se signan diciendo:

G: En nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo.
T: ¡Amén!
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Himno No me mueve, mi dios, para quererte (Anónimo)

No me mueve, mi Dios, para quererte
el cielo que me tienes prometido;
ni me mueve el infierno tan temido
para dejar por eso de ofenderte.

Tú me mueves, Señor; muéveme el verte
clavado en esa cruz y escarnecido;
muéveme el ver tu cuerpo tan herido;
muévenme tus afrentas y tu muerte.

Muéveme, al fin, tu amor, y en tal manera,
que, aunque no hubiera cielo, yo te amara,
y, aunque no hubiera infierno, te temiera.

No me tienes que dar porque te quiera,
pues, aunque lo que espero no esperara,
lo mismo que te quiero te quisiera. ¡Amén!
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Después de un tiempo de silencio,
el Guía invita a la persona encargada de la primera lectura sigue en pie mientras los demás se sientan.

Primera Lectura: Lectura del libro del profeta Isaías 50,4-7
«En aquel entonces, dijo Isaías:
el Señor me ha dado una lengua experta,
para que pueda confortar al abatido con palabras de aliento.

Mañana tras mañana, el Señor despierta mi oído,
para que escuche yo, como discípulo.
El Señor Dios me ha hecho oír sus palabras
y yo no he opuesto resistencia ni me he echado para atrás.

Ofrecí la espalda a los que me golpeaban,
la mejilla a los que me tiraban de la barba.
No aparté mi rostro de los insultos y salivazos.

Pero el Señor me ayuda, por eso no quedaré confundido,
por eso endurecí mi rostro como roca
y sé que no quedaré avergonzado».

L: Palabra de Dios.

Es preferible cantar el salmo.
De lo contrario, en familia, también se puede leer el salmo alternando estribillo y estrofas.

Salmo 21:

Todos los que me ven, de mí se burlan; me hacen gestos y dicen:
«Confiaba en el Señor, pues que él lo salve; si de veras lo ama, que lo libre».
R./ Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?

Los malvados me cercan por doquiera como rabiosos perros.
Mis manos y mis pies han taladrado y se puedan contar todos mis huesos.
R./ Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?

Reparten entre sí mis vestiduras y se juegan mi túnica a los dados.
Señor, auxilio mío, ven y ayúdame, no te quedes de mí tan alejado.
R./ Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?

Contaré tu fama a mis hermanos, en medio de la asamblea te alabaré.
Fieles del Señor, alábenlo; glorificarlo, linaje de Jacob,
témelo, estirpe de Israel.
R./ Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?


La persona encargada de la segunda lectura se levanta mientras los demás permanecen sentados.

Segunda Lectura: Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Filipenses 2, 6-11

Cristo, siendo Dios,
no consideró que debía aferrarse
a las prerrogativas de su condición divina,
sino que, por el contrario, se anonadó a sí mismo,
tomando la condición de siervo,
y se hizo semejante a los hombres.
Así, hecho uno de ellos, se humilló a sí mismo
y por obediencia aceptó incluso la muerte,
y una muerte de cruz.

Por eso Dios lo exaltó sobre todas las cosas
y le otorgó el nombre que está sobre todo nombre,
para que, al nombre de Jesús, todos doblen la rodilla
en el cielo, en la tierra y en los abismos,
y todos reconozcan públicamente que Jesucristo es el Señor,
para gloria de Dios Padre.

L: Palabra de Dios.

Todos se levantan en el momento en que se dice o canta la aclamación del evangelio.

R. Honor y gloria a ti, Señor Jesús.
Cristo se humilló por nosotros
y por obediencia aceptó incluso la muerte, y una muerte de cruz.
Por eso Dios lo exaltó sobre todas las cosas
y le otorgó el nombre que está sobre todo nombre.
R. Honor y gloria a ti, Señor Jesús. 

Se puede elegir una forma más breve de la lectura: se omiten las partes del texto entre corchetes.

G: Lectura del santo evangelio según san Mateo 27, 11-54.

Jesús compareció ante el procurador, Poncio Pilato, quien le preguntó:
“¿Eres tú el rey de los judíos?” Jesús respondió: “Tú lo has dicho”.
Pero nada respondió a las acusaciones
que le hacían los sumos sacerdotes y los ancianos.

Entonces le dijo Pilato: “¿No oyes todo lo que dicen contra ti?”
Pero él nada respondió,
hasta el punto de que el procurador se quedó muy extrañado.

Con ocasión de la fiesta de la Pascua,
el procurador solía conceder a la multitud la libertad del preso que quisieran.
Tenían entonces un preso famoso, llamado Barrabás.

Dijo, pues, Pilato a los ahí reunidos:
“¿A quién quieren que les deje en libertad: a Barrabás
o a Jesús, que se dice el Mesías?”
Pilato sabía que se lo habían entregado por envidia.

Estando él sentado en el tribunal, su mujer mandó decirle:
“No te metas con ese hombre justo,
porque hoy he sufrido mucho en sueños por su causa”.

Mientras tanto, los sumos sacerdotes y los ancianos
convencieron a la muchedumbre
de que pidieran la libertad de Barrabás y la muerte de Jesús.

Así, cuando el procurador les preguntó:
“¿A cuál de los dos quieren que les suelte?”
Ellos respondieron: “A Barrabás”.
Pilato les dijo: “¿Y qué voy a hacer con Jesús, que se dice el Mesías?”
Respondieron todos: “Crucifícalo”.
Pilato preguntó: “Pero, ¿qué mal ha hecho?”
Mas ellos seguían gritando cada vez con más fuerza: “¡Crucifícalo!”
Entonces Pilato, viendo que nada conseguía y que crecía el tumulto,
pidió agua y se lavó las manos ante el pueblo, diciendo:
“Yo no me hago responsable de la muerte de este hombre justo. Allá ustedes”.
Todo el pueblo respondió:
“¡Que su sangre caiga sobre nosotros y sobre nuestros hijos!”
Entonces Pilato puso en libertad a Barrabás.
En cambio a Jesús lo hizo azotar y lo entregó para que lo crucificaran.

Los soldados del procurador llevaron a Jesús al pretorio
y reunieron alrededor de él a todo el batallón.
Lo desnudaron, le echaron encima un manto de púrpura,
trenzaron una corona de espinas y se la pusieron en la cabeza;
le pusieron una caña en su mano derecha
y, arrodillándose ante él, se burlaban diciendo:
“¡Viva el rey de los judíos!”, y le escupían.
Luego, quitándole la caña, lo golpeaban con ella en la cabeza.
Después de que se burlaron de él,
le quitaron el manto, le pusieron sus ropas y lo llevaron a crucificar.

Al salir, encontraron a un hombre de Cirene, llamado Simón,
y lo obligaron a llevar la cruz.
Al llegar a un lugar llamado Gólgota, es decir, “Lugar de la Calavera”,
le dieron a beber a Jesús vino mezclado con hiel;
él lo probó, pero no lo quiso beber.
Los que lo crucificaron se repartieron sus vestidos, echando suertes,
y se quedaron sentados ahí para custodiarlo.
Sobre su cabeza pusieron por escrito la causa de su condena:
‘Éste es Jesús, el rey de los judíos’.
Juntamente con él, crucificaron a dos ladrones,
uno a su derecha y el otro a su izquierda.

Los que pasaban por ahí lo insultaban moviendo la cabeza y gritándole:
“Tú, que destruyes el templo y en tres días lo reedificas,
sálvate a ti mismo; si eres el Hijo de Dios, baja de la cruz”.
También se burlaban de él los sumos sacerdotes, los escribas y los ancianos,
diciendo: “Ha salvado a otros y no puede salvarse a sí mismo.
Si es el rey de Israel, que baje de la cruz y creeremos en él.
Ha puesto su confianza en Dios, que Dios lo salve ahora,
si es que de verdad lo ama, pues él ha dicho: ‘Soy el Hijo de Dios’ ”.
Hasta los ladrones que estaban crucificados a su lado lo injuriaban.

Desde el mediodía hasta las tres de la tarde, se oscureció toda aquella tierra.
Y alrededor de las tres, Jesús exclamó con fuerte voz:
“Elí, Elí, ¿lemá sabactaní?”,
que quiere decir: “Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?”
Algunos de los presentes, al oírlo, decían: “Está llamando a Elías”.

Enseguida uno de ellos fue corriendo a tomar una esponja,
la empapó en vinagre y sujetándola a una caña, le ofreció de beber.
Pero los otros le dijeron: “Déjalo. Vamos a ver si viene Elías a salvarlo”.
Entonces Jesús, dando de nuevo un fuerte grito, expiró.

     Aquí todos se arrodillan y guardan silencio por unos instantes.

Entonces el velo del templo se rasgó en dos partes, de arriba a abajo,
la tierra tembló y las rocas se partieron.
Se abrieron los sepulcros y resucitaron muchos justos que habían muerto,
y después de la resurrección de Jesús,
entraron en la ciudad santa y se aparecieron a mucha gente.
Por su parte, el oficial y los que estaban con él custodiando a Jesús,
al ver el terremoto y las cosas que ocurrían,
se llenaron de un gran temor
y dijeron: “Verdaderamente éste era Hijo de Dios”.

G: Palabra del Señor.

Ninguna aclamación concluye la lectura, se guarda un rato de silencio antes de la meditación.
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MEDITACION: He aquí que viene a ti tu rey.
San Andrés De Creta (Homilía para el Domingo de Ramos: PG 97, 989-993.) Natural de Damasco, monje en Jerusalén, obispo de Creta, poeta litúrgico y predicador. Es venerado como santo en Oriente (660?-740)

Vengan y al mismo tiempo que ascendemos al monte de los Olivos,
salgamos al encuentro de Cristo, que vuelve hoy de Betania
y, por propia voluntad, se apresura hacia su venerable y dichosa pasión,
para llevar a plenitud el misterio de la salvación de los hombres.

Porque el que va libremente hacia Jerusalén es el mismo que por nosotros,
los hombres, bajó del cielo, para levantar consigo
a los que yacíamos en lo más profundo y colocarnos, como dice la Escritura,
por encima de todo principado, potestad, fuerza y dominación,
y por encima de todo nombre conocido.

Y viene, no como quien busca su gloria por medio de la fastuosidad y de la pompa. 
No porfiará, dice, no gritará, no voceará por las calles,
sino que será manso y humilde, y se presentará sin espectacularidad alguna.

Ea, pues, corramos a una con quien se apresura a su pasión,
e imitemos a quienes salieron a su encuentro.
Y no para extender por el suelo, a su paso, ramos de olivo, vestiduras o palmas,
sino para prosternarnos nosotros mismos,
con la disposición más humillada de que seamos capaces
y con el más limpio propósito, de manera que acojamos al Verbo que viene,
y así logremos captar a aquel Dios
que nunca puede ser totalmente captado por nosotros.

Alegrémonos, pues, porque se nos ha presentado mansamente
el que es manso y que asciende sobre el ocaso de nuestra ínfima vileza,
para venir hasta nosotros y convivir con nosotros,
de modo que pueda, por su parte, llevarnos hasta la familiaridad con él.
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Peticiones
Todos permanecen de pie y se hace la Oración universal, tal como ha sido preparada,
o bien según la fórmula siguiente:

G: Con confianza filial y con sencillez de corazón,
acudamos a nuestro Padre del cielo
y, en nombre de la humanidad, supliquémosle diciendo:
R./ ¡Oh Señor, envía tu Espíritu, que renueve la faz de la tierra!

A nuestro papa Francisco, a nuestros obispos, a nuestros sacerdotes,
envíales el espíritu de piedad: que en estos tiempos de prueba
sigan siendo, más que nunca, los buenos pastores que guían,
ante todo con su ejemplo, a tus hijos por los caminos de la santidad.
R./ ¡Oh Señor, envía tu Espíritu, que renueve la faz de la tierra!

A nuestros gobernantes, envíales el espíritu de consejo,
que tomen las decisiones adecuadas para el bien común.
R./ ¡Oh Señor, envía tu Espíritu, que renueve la faz de la tierra!

A nuestros investigadores, envíales el espíritu de ciencia,
de modo que encuentren los remedios que salvan.
R./ ¡Oh Señor, envía tu Espíritu, que renueve la faz de la tierra!

Al personal sanitario, envíales tu Espíritu de amor,
Para que transfigure el don que hacen de sí mismos al servicio de los demás.
R./ ¡Oh Señor, envía tu Espíritu, que renueve la faz de la tierra!

A los enfermos, envíales el espíritu de fortaleza. Haz que tengan el coraje
de ofrecer su pasión, en unión con la Eucaristía de tu Hijo Jesucristo.
R./ ¡Oh Señor, envía tu Espíritu, que renueve la faz de la tierra!

Envíanos,  por último, el espíritu de sabiduría,
para que, en todas las circunstancias,
adoremos el designio benevolente de tu Providencia;
envíanos también el espíritu de inteligencia,
para que encontremos en tu palabra las respuestas a nuestras preguntas.
R./ ¡Oh Señor, envía tu Espíritu, que renueve la faz de la tierra!

Envíanos, finalmente, el espíritu de temor de Dios
para que permanezcamos fieles a tu amor,
y no temamos más que lo que nos puede separar de ti.
R./ ¡Oh Señor, envía tu Espíritu, que renueve la faz de la tierra!

Intenciones libres

Comunión Espiritual

G: En actitud orante, ante Dios Creador de todo y Redentor nuestro,
     con sed de Eucaristía, pedimos:

Yo quisiera, Señor, recibirte con aquella pureza,
     humildad y devoción con que te recibió tu santísima Madre;
     con el espíritu y fervor de los santos.

     O también, con la fórmula de san Alfonso María de Ligorio:

Creo, Jesús mío, que estás realmente presente
     en el Santísimo Sacramento del Altar.

     Te amo sobre todas las cosas y deseo recibirte en mi alma.

     Pero como ahora no puedo recibirte sacramentado,
     ven al menos espiritualmente a mi corazón.

Se hace una pausa en silencio para adoración

     Como si ya te hubiese recibido, te abrazo y me uno del todo a ti.
     No permitas, Señor, que jamás me separe de ti. ¡Amén!
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Bendición final
Todos la pueden pronunciar, mirando hacia la cruz, para pedir la bendición del Señor.

G: Que la paz de Dios guarde nuestros corazones y nuestros pensamientos
     en Cristo Jesús, nuestro Señor. ¡Amén!

O bien:

G: Que el Señor vuelva su rostro hacia nosotros y nos conceda la paz. ¡Amén!

       Todos se signan. Los padres podrán trazar el signo de la cruz en la frente de sus hijos.
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Oración del papa Francisco a María en la pandemia

Oh María, tú resplandeces siempre en nuestro
     Camino como signo de salvación y de esperanza.

Nosotros nos confiamos a ti, Salud de los enfermos,
     que bajo la cruz estuviste asociada al dolor de Jesús,
     manteniendo firme tu fe.

Tú, salvación de todos los pueblos,
      sabes de qué tenemos necesidad y estamos seguros
      que proveerás, para que, como en Caná de Galilea,
      pueda volver la alegría y la fiesta
      después de este momento de prueba.

Ayúdanos, Madre del Divino Amor,
     a conformarnos a la voluntad del Padre
     y a hacer lo que nos dirá Jesús,
     quien ha tomado sobre sí nuestros sufrimientos
     y ha cargado nuestros dolores para conducirnos,
     a través de la cruz, a la alegría de la resurrección.

Bajo tu protección buscamos refugio, Santa Madre de Dios.

No desprecies nuestras súplicas, que estamos en la prueba,
     y libéranos de todo pecado, o Virgen gloriosa y bendita. ¡Amén!
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Canto a María
Para concluir la celebración, se puede entonar el canto siguiente, o cualquier otro conocido, mirando en su caso hacia una imagen de la Virgen colocada previamente en la sala de estar.

Bajo tu amparo nos acogemos, santa Madre de Dios;
     no desoigas las súplicas
     que te dirigimos en nuestras necesidades,
     antes bien, líbranos de todo peligro,
     ¡oh siempre Virgen, gloriosa y bendita!

V./ Ruega por nosotros, santa Madre de Dios.
R./ Para que seamos dignos de alcanzar
       las promesas de nuestro Señor Jesucristo. ¡Amén!

sábado, 4 de abril de 2020

Los Misterios de Sanación - Rosario con lecturas bíblicas para pedir sanación.

Cómo Rezar el Rosario de Sanación

1.  Comience con la señal de la cruz
2.  Anuncie la intención general por la que rezamos este rosario:
    “Que el Señor Jesús, el Dios de la Vida,
    por la intercesión de la Virgen María de Guadalupe,
 nos ayude y proteja de toda enfermedad y que estos misterios
 se hagan realidad en nuestras vidas, que nos fortalezca en nuestra misión común,  
 que auxilie y ayude a aquellos por quienes rezamos”.

3.     Continúe con el Credo de Los Apóstoles.

Todos rezamos el credo, las Aves Marías y Gloria

4.   Un Padre Nuestro,

5.  Tres Ave Marías  [por el aumento las virtudes de Fe, Esperanza y Caridad].

6.  1 Gloria.   

7.     Ore con el Salmo.

8.     Lea la lectura y la reflexión.

9.     Lea la petición.

10.             Anuncie el misterio correspondiente.

11.             Rece un Padre Nuestro, Diez Ave Marías y un Gloria al Padre.

12.             Pida la bendición.

*Si se tiene costumbre de rezar el Santo Rosario toda la semana,
se sugiere rezar el Rosario de Sanación los días Miércoles o si desea todos los días.


Preparado por P. Diego Cabrera Rojas, ssc Sacerdote Misionero de San Columbano
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1. La curación de la niña Cananea (Mt. 15: 21-28)
      Por las madres que cuidan a sus hijos enfermos con fe y esperanza.

“Ten compasión de mí, oh Dios;
ten compasión de mí, que en ti confío.
A la sombra de tus alas me refugiaré,
hasta que haya pasado el peligro.” (Salmo 57:1)

Una mujer cananea de la zona salió gritando:
Señor, Hijo de David, ¡ten compasión de mí!
Mi hija es atormentada por un demonio.

Él no respondió una palabra…

Pero ella se acercó y se postró ante él diciendo:
¡Señor, ayúdame!

Él respondió: No está bien quitar el pan
a los hijos para echárselo a los perritos.

Ella replicó: Es verdad, Señor; 
pero también los perritos comen las migajas 
que caen de la mesa de sus dueños.

Entonces Jesús le contestó: ¡Mujer, ¡qué fe tan grande tienes!
Que se cumplan tus deseos.  Y en aquel momento, su hija quedó sana.

La fe nos empuja a buscar a Dios en todo tiempo y en todo momento.
Nos da la confianza para pedir a Dios lo necesario, como los hijos a los padres.
La cananea intercede por su hija confiando en el cariño que Jesús tiene por todos.
Su insistencia y su confianza le produjo frutos,
y frutos de sanación para su hija enferma a quien tanto ama.

Por eso, pido a Dios que la persona por la que estamos orando pueda tener
la curación física y espiritual. Señor de la Paz, Señor del Shalom,
hoy nos acordamos de aquellos que viven en las zonas críticas del coronavirus
y de aquellos que en estos momentos se encuentran aislados. Te pedimos por ellos,
para que sientan que tú estás con ellos en su aislamiento y soledad.
Que tu paz esté en su confusión y tu paciencia en su espera.

1 Padre Nuestro / 10 Aves Marías / Gloria al Padre.

¡Príncipe de Paz, Tú eres poderoso y misericordioso;
protégenos de todo contagio y enfermedad!
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2. La curación del epiléptico endemoniado (Mc 9, 17-29)
       Por los enfermos emocionales y mentales

“¡Venga pronto tu misericordia a nuestro encuentro, porque estamos totalmente abatidos!” (Sal 79: 8)

"Maestro, te he traído a mi hijo,
que tiene un espíritu mudo.

En cualquier momento el espíritu se apodera de él,
lo tira al suelo y el niño echa espuma por la boca,
rechina los dientes y se queda rígido.  

Entonces Jesús preguntó al padre:
"¿Desde cuándo le pasa esto?"


Le contestó: "Desde niño.

Si puedes hacer algo,
ten compasión de nosotros y ayúdanos."


Jesús le dijo: "¿Por qué dices "si puedes"?
Todo es posible para el que cree."
  

Al instante el padre gritó:
"Creo, ¡pero ayuda mi poca fe!"
 

Jesús dijo al espíritu malo:
"Espíritu sordo y mudo,
yo te lo ordeno: sal del muchacho y no vuelvas a entrar en él."

El espíritu malo gritó y sacudió violentamente al niño;
después, dando un terrible chillido, se fue. El muchacho quedó como muerto.
Pero Jesús lo tomó de la mano y le ayudó a levantarse, y el muchacho se puso de pie.


“Esta clase de demonios no puede echarse sino mediante la oración.

Frente a las cosas que parecen imposibles y que escapan de nuestras manos,
estamos llamados a tener fe, a pedir y a orar con más insistencia diciendo:
"Creo, ¡pero ayuda mi poca fe!"

Por eso, pido a Dios que las personas por la que oramos aumenten su fe en Dios,
y para que Dios nos libere de todo riesgo de contagio y enfermedad.


Dios de todo Consuelo y Consejo, nombramos delante de ti a aquellos que conocemos,
que se sienten vulnerables y están asustados los frágiles, los enfermos y los ancianos.
Oramos por aquellos que están de luto, tambaleándose por la pérdida repentina
de sus seres queridos.  Que encuentren tu cercanía en su sufrimiento,
tu consuelo en su pérdida, y tu esperanza en su desesperación.

1 Padre Nuestro / 10 Aves Marías / Gloria al Padre.

Dios de todo Consuelo, Tú, el poderoso y misericordioso; protege a nuestros jóvenes y niños.
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3.    La curación de la suegra de Pedro – (Mt 8, 14-19)
        Por nuestros ancianos y personas con condiciones médicas.

“¡Ah, Señor mi Dios! Tú, con tu gran fuerza y tu brazo poderoso, has hecho los cielos y la tierra.
Para ti no hay nada imposible.” (Jeremías 32:17)

Jesús fue a casa de Pedro;
allí encontró a la suegra de éste
en cama, con fiebre.

Jesús le tocó la mano y se le pasó la fiebre.
Ella se levantó y comenzó a atenderle.

Al atardecer
le llevaron muchos endemoniados.

Él expulsó a los espíritus malos
con una sola palabra,
y sanó también a todos los enfermos.

Así se cumplió lo que había anunciado
el profeta Isaías:
“Él tomó nuestras debilidades
y cargó con nuestras enfermedades”.

Un rabino nunca se acercaba a una mujer, tomar su mano para devolverle la salud,
no tocaba enfermos ni se dejaba  servir por una mujer. 
Jesús humaniza la ley e invierte todos los presupuestos de las relaciones sociales.

Por eso, ruego a Dios que podamos ser siempre servidores confiados y agradecidos
con las personas por las que oramos.

Dios de toda Sabiduría, oramos por nuestros líderes: la Organización Mundial de la Salud, 
los gobiernos nacionales, y los líderes locales 
también los directores de los colegios, los hospitales y otras instituciones. 
Tú has puesto a estas personas en el servicio público para esta hora; 
te pedimos que les concedas: 
sabiduría más allá de su propia sabiduría para contener este virus; 
fe más allá de su propia fe al luchar contra este miedo, 
y fortaleza más allá de sus propias fuerzas
para sostener las instituciones vitales en este tiempo de agitación.

1 Padre Nuestro / 10 Aves Marías / Gloria al Padre.

Dios de toda Sabiduría y Consuelo, Tú eres poderoso y misericordioso;
cuida a nuestros ancianos y alas personas con enfermedades crónica.

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4.    La curación del Hijo del Funcionario Real – (Juan 4, 46-54)
        Por nuestros policías, serenos, militares y sus familias.

“Dios mío y defensor mío. Dame alivio cuando esté angustiado, apiádate de mí y escucha mi oración.” (Sal 41)

Fue de nuevo a Caná de Galilea,
donde había convertido el agua en vino.
Había allí un funcionario real
cuyo hijo estaba enfermo en Cafarnaúm.
Al oír que Jesús había llegado
de Judea a Galilea, fue a visitarlo 
y le suplicaba que bajase a sanar a su hijo moribundo.
  Jesús le dijo: Si no ven signos y prodigios, ustedes no creen.

 Le dice el funcionario real:
Señor, baja antes de que muera mi muchacho.
  Jesús le dice: Regresa tranquilo,
que tu hijo sigue vivo.

El hombre creyó lo que le decía Jesús y se puso en camino. 
Iba ya bajando, cuando sus sirvientes le salieron al encuentro 
para anunciarle que su muchacho estaba sano.
Les preguntó a qué hora se había puesto bien,
y le dijeron que el día anterior a la una se le había pasado la fiebre.
Comprobó el padre que era la hora en que Jesús le había dicho 
que su hijo seguía vivo. 
Y creyó en él con toda su familia.

Jesús y el oficial estaban en Caná, y el niño que moría se estaba en Cafarnaúm. 
Pareciera que el poder de Jesús para sanar se activa solamente por la Fe. 
Es con la Fe del funcionario real, miembro de un grupo hostil a él, 
que Jesús sanará al hijo, a kilómetros de distancia.

Por eso, ruego a Dios que podamos ser respetuosos y agradecidos 
con nuestros policías, serenos, bomberos, militares y todas las personas que nos cuidan y protegen.

“Dios es nuestro amparo y nuestra fortaleza, 
nuestra ayuda segura en momentos de angustia. 
Por eso, no temeremos, aunque se desmorone la tierra 
y las montañas se hundan en el fondo del mar.” (Salmo 46:1-2) 
Te bendigo con las palabras del Salmo 91:
“Solo Él puede librarte de las trampas del cazador y de mortíferas plagas, 
pues te cubrirá con sus plumas y bajo sus alas hallarás refugio. 
¡Su verdad será tu escudo y tu baluarte!”

1 Padre Nuestro / 10 Aves Marías / Gloria al Padre.

Dios de Fuerza y poder, Tú eres fuerte y tierno con los débiles; 
cuida a nuestras autoridades de seguridad a la ciudadanía, 
a los bomberos a los militares y sus familias.
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5. Jesús sana muchos enfermos (Mt 15, 29-32)
       Por las enfermeras, doctores, paramédicos y el personal de salud y sus familias.

“Él nos ha liberado de tal peligro mortal, y nos liberará de nuevo.
En Él hemos puesto nuestra esperanza, en que continuará liberándonos.”
(2 Corintios 1, 10)

Desde allí se dirigió
al lago de Galilea,
subió a un monte y se sentó.

Acudió una gran multitud
que traía cojos, lisiados, ciegos, mudos 
y otros muchos enfermos.
Los colocaban a sus pies
y él los sanaba.

La gente quedaba admirada
al ver que los mudos hablaban,
los cojos caminaban, 
los lisiados quedaban sanados y los ciegos recobraban la vista.
Y todos glorificaban al Dios de Israel.

Las enfermedades separaban a la gente y los que sufrían más eran los pobres.
Jesús actuaba con poder para restaurar la vida de los pobres y excluidos
y los incorporaba como ciudadanos del Reino.

Por eso, pido a Dios que las personas por la que oramos encuentren
la solución a su búsqueda, la respuesta a sus dudas, bondad y cariño de la sociedad.

Espíritu, Dios sanador, oramos por todos los profesionales médicos
que tratan diariamente con las presiones intensas de esta crisis.
Concédeles resistencia en el cansancio, discernimiento en el diagnóstico,
y compasión sobre compasión mientras cuidan de sus pacientes.

Te damos las gracias por el ejército de investigadores
que trabajan de forma constante y silenciosa para encontrar una cura
dales claridad hoy, descubrimientos “casuales” y avances inesperados.

1 Padre Nuestro / 10 Aves Marías / Gloria al Padre.

Oración Final: Dios de Sanación, levántate sobre esta presente oscuridad,
como el Sol de la Justicia con sanidad en tus rayos para nuestros enfermos abandonados
y sin esperanza. Cuida y protege a las enfermeras, doctores, paramédicos, bomberos,
y el personal de salud y sus familias.

Que El Shaddai, el Dios Todopoderoso que te ama, te proteja. 
Que Jesucristo, Su hijo que murió por ti, te salve. 
Y que el Espíritu Santo, que se ocupa del caos y te llena con Su presencia, 
interceda por ti y a través de ti por otros en este tiempo. “
El Señor me librará de todo mal y me preservará para su reino.  
A Él sea la gloria por los siglos de los siglos ¡Amén!”
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ORACIÓN PARA SANAR EL CUERPO Y EL ALMA

Padre Santo,
en el nombre de Jesucristo y con la intercesión de Santa María Virgen,
de los Santos Arcángeles, los Ángeles, de los Santos y Santas,
y las almas del purgatorio ponemos ante ti a todos los enfermos
del alma, la mente; el cuerpo y el espíritu.

Padre Bueno
Te pido por ellos y también por mi,
para que por tu dulce e infinita misericordia
sanes toda nuestra dolencia física, mental y espiritual. 
Líbranos de todo resentimiento, tristeza y rechazo,
también de toda falta de amor, soledad y depresión.

Padre Fiel,
Que tu Santo Espíritu me ayude a recuperar
la esperanza y la fe que a veces pierdo
por mi desesperación e impaciencia.
Que su fuerza me toque, me renueve y fortalezca
para superar alegre este difícil momento que vivo.

Padre Bendito,
Confío en tu poder y misericordia que sana y libera,
Creo que en Jesús se cumplen todas tus promesas.
Que como la mujer del evangelio escuche hoy las palabras
de tu Hijo Jesús: “Ánimo hija, tu fe te ha curado” 
(Mt 9, 22)
y sana con poder mi cuerpo y alma.

Padre Cariñoso,
Que nunca deje de ser agradecido,
Que siempre desee que tu santa voluntad se haga en mí.
Que en el Santo Nombre de Jesús
y por el ruego amoroso de María, su Madre y mi madre,
esta enfermedad o dolencia que me aqueja desaparezca.

Dios Uno y Trino
Te lo suplico con humildad y confianza desde lo hondo de mi corazón.
Porque solo tú eres Dios, Solo tú Altísimo
Que con el Espíritu Santo y tu Hijo Jesús
Vives y reinas, por los siglos de los siglos. ¡Amén!

Preparado por: Padre Diego Cabrera Rojas, ssc Sacerdote Misionero de San Columbano
Lima - Perú Abril del 2020.